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sábado, 28 de diciembre de 2013

Cortázar o cómo transformar el mundo con palabras


"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. 
La eligen, te lo juro, los he visto. 
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. 
Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al revés. 
A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. 
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."


Desde los afectos

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo…
Que nadie establece normas, salvo la vida…
Que la vida sin ciertas normas pierde formas…
Que la forma no se pierde con abrirnos…
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente…
Que no está prohibido amar…
Que también se puede odiar…
Que la agresión porque sí, hiere mucho…
Que las heridas se cierran…
Que las puertas no deben cerrarse…
Que la mayor puerta es el afecto…
Que los afectos, nos definen…
Que definirse no es remar contra la corriente…
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja…
Que negar palabras, es abrir distancias…
Que encontrarse es muy hermoso…
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida…
Que la vida parte del sexo…
Que el por qué de los niños, tiene su por qué…
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad…
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana…
Que nunca está de más agradecer…
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo…
Que nadie quiere estar solo…
Que para no estar solo hay que dar…
Que para dar, debemos recibir antes…
Que para que nos den también hay que saber pedir…
Que saber pedir no es regalarse…
Que regalarse en definitiva no es quererse…
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos…
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo…
Que ayudar es poder alentar y apoyar…
Que adular no es apoyar…
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara…
Que las cosas cara a cara son honestas…
Que nadie es honesto porque no robe…
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo…
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte…
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente…
Que con los oídos se escucha…
Que cuesta ser sensible y no herirse…
Que herirse no es desangrarse…
Que para no ser heridos levantamos muros…
Que sería mejor construir puentes…
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve…
Que volver no implica retroceder…
Que retroceder también puede ser avanzar…
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol…
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?
Mario Benedetti

Eduardo Galeano sos eterno


Hay criminales que proclaman tan campantes "la maté porque era mía", así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar "la maté por miedo", porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.


Y sabrá...

Y sabrá que está 
presente en todos
mis pensamientos.
Que invento sueños 
despierta con ella 
en lugares inhóspitos. 

Y sabrá que cuando
miro sus ojos,
me siento viva, libre, 
que no me importa
más nada.

Y sabrá que no
paro de dibujar
su boca en mi
imaginación.
Que no paro
un segundo de
acariciar esos hermosos
labios en mis 
fantasías.

Y sabrá que su aroma
está impregnado 
en mi nariz
cual jazmín con su perfume.
Que su piel sabe a miel,
que es la textura más perfecta
que toqué en mi vida.

Cuándo será ese bendito día
que sea realmente valiente.
Cuándo me la jugaré 
por completo,
como en esa última ficha
de la ruleta rusa
donde uno puede perder 
o ganar todo.

Cuándo le diré,
que la luna es 
mi mejor confidente,
que conoce su nombre 
como una música interminable.
Y que más allá de lo que sepa,
sienta o quiera,
nunca amé a nadie así.


domingo, 22 de diciembre de 2013

Pienso


Pienso en lo pobres, en lo inútiles que podemos llegar a ser si seguimos a la masa. A los estereotipos, a la moda del momento. A la misma que en un instante desecha personas y agranda complejos. Que multiplica enfermedades y roba autenticidad.

Pienso que mejor sería tener una personalidad. Un sueño por el cual luchar. Una vida que le pertenezca a alguien y no a la mayoría. Que te pertenezca a vos. Nada más ni nada menos.

Pienso que todos deberíamos tener un amor correspondido. Todos. Al menos una vez. Ese amor en donde la locura tiene sentido, razón. Paradójicamente. En donde una sola caricia puede secar todo un mar de lágrimas. En donde la libertad más que tener, se siente. Porque no hay nadie que pueda tenerla sin sentirla: ser libre de nuestros fantasmas, de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestras inconscientes ataduras. Y en donde un solo beso te recuerda a Woody Allen: “Sí, el amor es la respuesta a todo”. 

Por eso, pienso que deberíamos amar más. Cavilar menos y sentir más. Que deberíamos mirar menos a ese exterior viciado y enfermo. Que no hay nada más hedónico que cerrar los ojos frente a ese silencio que lo calma y cura todo. Que, como sea y a donde sea, se debe viajar más: conocer otras realidades. Otras historias, culturas, miradas. Siempre.

Pienso fervientemente que ningún prejuicio debe teñir nuestras retinas. Es tan lindo mirar a través de un arcoíris inundado de colores, donde las personas se definen por su esencia y no por sus pertenencias o aspecto físico.

Pienso que deberíamos hablar lo justo y necesario, ahorraríamos muchos sufrimientos ajenos. Si supiésemos el valor y el poder inmenso que posee cada palabra, la utilizaríamos más para curar que para herir.

Pienso, mientras me acuerdo sonriente de ese profesor que marcó mi vida académica para siempre, que se debe leer más. Mucho más y el libro que sea. El que te dé más placer, en el lugar más insólito y en los momentos más inesperados. Hay que conocer nuevos autores, nuevas ideas. Permanentemente.  Fijate , probá: cambiá al menos una hora de tu vida televisiva por otra de lectura y después decime los resultados.  
Es inconmensurable describir lo mejor que podemos llegar a ser después de leer una buena prosa. Un buen texto. No conocí a nadie que no se haya enriquecido y engrandecido luego de ello. Que no se haya hecho más bello, más interesante.

Pienso que deberíamos arriesgar más, apostar más a los días surrealistas. A aquellos que rompen de lleno con la monotonía de la rutina. Seríamos tan felices, ni conoceríamos el estrés. O quizás lo saludaríamos desde lejos. No se imaginan lo terapéutico que puede llegar a ser salir a caminar a veces sin rumbo ni horarios.

Pienso que una buena poción de delirio es necesaria si es bien canalizada. Que hay que alargar infinitamente nuestra lista de fantasías -de todo calibre- satisfechas. Que de vez en cuando una experiencia exótica nutre el alma, lo purifica. Pobres aquellos que hacen siempre lo mismo y reprimen sus pulsiones. Es tan dañino no escuchar a esas maravillosas pulsiones descriptas magistralmente por el maestro Sigmund Freud.

Pienso que todos tenemos la posibilidad de ser felices a menudo, sin embargo nos olvidamos de ello. O nos lo hacen olvidar esas falsas necesidades que la industria capitalista nos impone y hace seguir.

Pienso que depende de uno. De nuestra construcción interna. De encontrarse, de hallar ese escurridizo y bendito equilibrio vital. Aquel que descansa en la tranquilidad de la montaña, en el azul del mar, en el brillo de la Luna o en la pureza de los ojos de mi perra, que mientras escribo me observa atenta. Todo ese equilibrio se refleja en el amor puro de mi perra.

De seguro, la tarea no será nada fácil, más bien literalmente ardua. Pero ¿tiene el mismo sabor un logro sacrificado que otro regalado? Nunca. Si es el recorrido el que vale la pena. El trayecto compartido. La carretera es la llegada, lo más valioso. Qué importa la meta alcanzada si no hay camino previo, si no hay tropiezos, si no hay pies en el barro. Si no hay risas y llantos.

Es que sería muy triste que nuestros ojos se cerraran definitivamente sin haber conocido esa magia, esa verdadera savia de la vida. Esa necesaria sal. Y encima por distracciones irreversibles, voluntarias. Más bien, mortales.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

lunes, 18 de noviembre de 2013

El camino es la llegada

"La ruta no es un tránsito, un conducto, una unión entre dos lugares. La ruta es un lugar. La ruta es el lugar. El estado natural del ser es el movimiento, el avance. El destino es la carretera. El camino es la llegada (…) La carretera, punto intermedio entre el pasado que dejamos, y el futuro al que nos dirigimos. La carretera es el presente." 

sábado, 5 de octubre de 2013

miércoles, 2 de octubre de 2013

Pablo Neruda, nada más

"Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos.
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.
Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.
Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más?
Juntos hicimos un recodo en la ruta donde el amor pasó.
Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.
Yo me voy. Estoy triste. Pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

... Desde tu corazón me dice adiós un niño
y yo le digo adiós..."

Crepusculario. Farewell y los Sollozos (fragmento - 1923).

lunes, 16 de septiembre de 2013

lunes, 9 de septiembre de 2013

domingo, 8 de septiembre de 2013

Misterios

Me pregunto ¿cómo será ese instante en donde todo acaba, en donde el mundo te despide para dejar tu eterno recuerdo o sólo tu estela fugaz? ¿A dónde van esos sueños que mueren jóvenes? ¿Y las promesas que quedaron por cumplir? 

A veces la vida tiene ribetes muy extraños. Y tengo la convicción que moriré sin entender qué pasó en calle Salta 2145 para que, un 6 de agosto de 2013, mueran 21 personas inocentes. No quiero quedarme sólo con la corrupción. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Para armar el rompecabezas del alma

Para armar el rompecabezas del alma se necesitan grandes preparativos: debes limpiar tu rostro de arrugas de angustia, pintarlo de colores invisibles, colocarle guirnaldas de rocío y rociarlo con gotas de un jazmín que crece en la cima de una montaña desconocida, pero que está cerca del corazón de la persona que amas. 

Para armar el rompecabezas del alma debes incurrir en algunos olvidos deliberados: olvidar el gusto de la frustración y demás sabores innobles, olvidar el ademán del puño cerrado en contra de tu propia cara, olvidar todo lo que achica la estatura de tus sueños, olvidar el odio de la traición aunque no puedas olvidar a quien te ha traicionado. Y en especial, olvidar que no puedes. 

Para armar el rompecabezas del alma es imprescindible tener una estrategia previa: contar de antemano con la complicidad de los violines y los clarinetes, de las hadas y demás gente menuda, de las miradas de cada ser que guarde algo de amor hacia ti en su corazón; también es conveniente acumular una buena provisión de palabras dichas en susurros al oído de los pájaros, que se encargarán de llevarlas al destino que les toque; y no olvidar que hay que dar por descontada la presencia de una lluvia reparadora en el campo de batalla. Sin una buena estrategia, el arte del rompecabezas se hace arduo.

Para armar el rompecabezas del alma tienes que llegar al ruedo cargado de equipaje; en una valija, todos los besos que diste; en otra, todos los que no pudiste dar. Atadas en fardos con hilos de luna, todas las sábanas que a lo largo de tu vida tocaste y que juntas forman el mapa de tu amor. Y algunos bolsos de mano con pequeñeces diversas: los recuerdos de los días olvidados de la infancia, la música que te hizo llorar de emoción, las fotos grabadas en tu retina que nunca llegaron al laboratorio, el sonido de las caricias que recibiste...

Para armar el rompecabezas de tu alma, fundamentalmente, debes estar seguro de que no sufrirás de vértigo al ver las infinitas piezas que deberás unir.
Y lleva abrigo, porque en la Eternidad hace frío.

Para armar el rompecabezas de tu alma, nunca olvides que el viaje es larguísimo, que se mide en siglos, pero que al llegar comprobarás que no han pasado más que unos minutos. Anímate a esa travesía, y con la alegría más profunda disponte a iniciar la inconmensurable pero a la vez familiar tarea. Las piezas son incontables, pero la ventaja es que las conoces todas. 

¿Estas listo para la tarea? No importa cuan cansado o paralizado te sientas. Apenas comiences, todo eso desaparecerá. La tarea es demasiado fascinante como para que las trampas del mundo cotidiano te distraigan. 

¿Ya estás listo, dices? Pues... ¡adelante!

Aunque haya mucho por hacer, al colocar la primera pieza ya puedes festejar el triunfo de todo lo que has trabajado para armar el rompecabezas de tu alma.

Ledo Miranda 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Ay... la poesía

Como vemos, la poesía será inútil pero no cobarde. No dará de comer, pero propaga belleza. No pagará el boleto de colectivo, pero transporta a lugares a los que ninguna nave espacial, transatlántico o colectivo llegará jamás. La poesía no tendrá la facultad de abrigarnos en invierno pero nos enciende una llama.
Es cierto que en el mundo hace más falta un plomero, un carpintero, una enfermera, una taxidermista que un poeta. Pero, ¿qué sería del mundo sin poesía? Más aún, ¿qué sería de la poesía sin estos chispazos de vitalidad?

martes, 2 de julio de 2013

sábado, 22 de junio de 2013

NEGRO EL 10

Empieza por no ser. Por ser no.
El caos es negro. Como negra es la nada.
Nace la claridad, su gallo friza el cielo, se esponjan los colores/vanidosos.
Pero el negro se ahínca primigenio. Toda luz se abisma en el carbón, en el basalto.
Para mejor lanzarnos al asalto del día. (Goya pudo decirlo).

Socavón en la sangre, en la memoria, el negro sube a la palabra, es la tormenta rabiosa de los odios, los celos: Othello el blackamor, el moro negro para lívido Yago. Siempre.
Padre profundo, pez abismal de los orígenes, retorno a qué comienzo. Estigia contra el sol y sus espejos, término de los cambios, última estela de las mutaciones, palabra del silencio.
Su palacio nocturno: el sueño, el párpado
sedosa guillotina del diverso pavorreal para que sólo las similitudes desplieguen los tapices del morado, de púrpura y de óxidos, harem del negro, esperma de los sueños.

Se diría que le gusta que los aplanen, lo espabilen, lo tiendan en las lisas superficies, como se hace aquí. Se diría que ama el trampolín desde donde saltan los colores, su callado sostén.

Todo es más contra el negro,
todo es menos cuando falta.

Cedes a esta metamorfosis que una mano enamorada cumple en ti, te llenas de ritmos, hendiduras, te vuelves tablero, reloj de luna, muralla de aspilleras abiertas a lo que acecha siempre del otro lado, máquina de contar cifras fuera de las cifras, astrolabio para tierras nunca abordadas, mar petrificado en el que resbala el pez de la mirada, caballo negro de las pesadillas, hacha del sacrificio, tinta de la palabra escrita, pulmón del que diseña, serigrafía de la noche, negro el diez:
ruleta de la muerte,
que se juega viviendo.

Tu sombra espera tras de toda luz.

Julio Cortázar

sábado, 18 de mayo de 2013

Renacer


Pasaron 2 años y 361 días. De ese 23 de mayo de 2010 sólo recuerdo la mirada perdida y el dolor encarnizado de miles de personas. La bronca masticada hasta el hartazgo. El llanto lacerante y el grito desesperado en busca de respuestas inexistentes. El desconsuelo absoluto. El domingo más doloroso que un Canalla rememore.

Comenzaba lo peor: un martirio extendido durante los últimos tres años. Pero ¿la hinchada abandonó, alguna vez dejó de ir a verte? No, nunca. Nada importó más que ir igual cada fin de semana a la cancha a alentarte. Fue más fuerte el amor incondicional hacia vos que el intenso odio que sentíamos hacia esos personajes detestables, que te llevaron a una inmerecida debacle deportiva. 

Jamás voy a olvidar ese Gigante repleto en tu primera presentación en la B Nacional frente a San Martín de San Juan. Veníamos de descender. Sí, descender. Y tu gente te esperaba con una fiesta como siempre, para no perder esa hermosa y loca costumbre. Qué importaba si teníamos que estar juntos para salir del pozo. ¿Ves por qué somos tan distintos?

Después vinieron campañas desastrosas: jugadores que nunca sintieron la camiseta, técnicos incapaces y dirigentes corruptos. Lo que conocemos todos. Para qué ahondar: con sólo nombrar a Mostaza Merlo, Pablo Scarabino y Horacio Usandizaga basta. 

Pero en ese zigzagueante andar también aparecieron algunos resquicios de esperanza de la mano de alguien de la casa. ¿Quién no se ilusionó con ese tipazo que es Antonio Pizzi? No era para menos: necesitábamos un respiro después de tanta asfixia. Y no nos confundimos. Juan hizo una campaña excepcional, dio todo y sufrió esa nueva decepción como cada uno de nosotros. No tengo dudas. Sé que todavía busca respuestas a ese inesperado final. Él no tiene la culpa, tampoco los jugadores. Cosas del fútbol según mi abuelo, aunque a nadie en esa circunstancia y ahora le importe demasiado. 

Y un buen día llegó Miguel Ángel Russo. Resistido por algunos e indiferente para otros. Sólo pocos se alegraron con su llegada. Es que no era momento para sonrisas. Aunque como sea se debía continuar. Los primeros indicios fueron pésimos. Agigantaron la bronca y el repudio. Costó enderezar el barco. Sus bases estaban destruidas. Pero él más que nadie conocía sus entrañas. Sabía que apenas el león creyera en sí mismo, nadie más podría detenerlo. Estaba seguro que desde sus raíces iba a renacer. Y no se equivocó, para sorpresa de propios y extraños.

Hoy todo lo vivido parece mentira. Como si hubiese pasado una eternidad. Una película en cada una de nuestras mentes. Un terremoto en cada una de nuestras almas. El año pasado fue aterrador: estar tan cerca y después perderlo todo en un instante fue desgarrador. Por eso el miedo de revivir las mismas secuencias sobrevoló a lo largo de todo el torneo. Queríamos tocar el ascenso con nuestras propias manos para creerlo.

Y por fin la tortura se terminó. El alma me explota. La felicidad es inmensa. Imposible describirla. Central vuelve al lugar que le corresponde por su naturaleza: Primera División. Así lo dicta su historia. Sólo debe persistir el nefasto recuerdo de la B para gritar bien fuerte "nunca más". Para "nunca más" llegar a ese límite futbolístico e institucional tan lamentable.

Qué le van a hablar de amor al Canalla si resurgió de sus propias cenizas como el Ave Fénix. Si se hizo fuerte en las peores adversidades cual gladiador romano. Si necesito golpearse el pecho, una y mil veces, para ratificar su grandeza. Para confirmar su espíritu estoico. A él no le vayas a hablar de amor. No, no. De él aprendé a AMAR. A saber que peor que descender es haberte quedado rendido y jamás levantado. A conocer que no hay guerrero sin heridas. Y que nada se disfruta más en esta vida que aquellas satisfacciones forjadas desde el más profundo sufrimiento y sacrificio. 

Locura dirán algunos. Yo les contesto que es AMOR. Amor eterno e ilimitado hacia Central, que sólo un Canalla puede entender. Si tenés los ojos llenos de lágrimas, sécate  Ahora, somos dos. Y disfrutá este logro. Si nos lo merecemos. No por celebrar el retorno a Primera en sí mismo. Claro que no. No estamos para chicanas de los vecinos. No nos interesa. Sino por festejar nuestra lucha permanente. Por caminar codo a codo estos tres años difíciles. Por las tristezas y alegrías. Por haber estado siempre, principalmente en los momentos más duros. Por haber gritado juntos y abrazados ese gol agónico del Pachi Carrizo con olor ascenso ante Crucero del Norte. Por el amor compartido hacia estos sagrados colores, que es inenarrable. Y porque los sentimientos jamás descienden. ¿Cómo no vamos a estar felices?

lunes, 4 de febrero de 2013

jueves, 31 de enero de 2013

miércoles, 30 de enero de 2013

domingo, 20 de enero de 2013

martes, 8 de enero de 2013

Y mientras el mundo sigue dando vueltas en su mismo lugar


Redes sociales: un vital oxígeno contemporáneo


Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) ya no se pueden pensar más como un fenómeno meramente tecnológico. En la actualidad su alcance es tan significativo que representan una relevante transformación social. Fueron las mismas prácticas culturales, las que se vieron drásticamente modificadas por la férrea oleada virtual, al tiempo que los cibernautas ratificaron sus beneficios y rendimientos mediante su masiva concurrencia a la red. En ese sentido, la investigadora argentina de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Paula Sibilia, examina en su libro “La intimidad como espectáculo” los cambios que surgieron en la privacidad de las personas a raíz de la irrupción de la web 2.0.
El giro en el aumento de la exposición de la intimidad fue tal que las redes sociales se convirtieron en un valioso lugar de interrelaciones sociales, totalmente ajeno a la familia y a la escuela. Sus funciones facilitaron y multiplicaron los contactos interpersonales, la sociabilidad y generaron el rápido acceso a fuentes de información y recursos de todo el universo.  
Al respecto, el reconocido sociólogo y escritor Ducan J. Watts mediante su teoría de Seis grados de separación establece que cualquier persona en la Tierra puede estar conectada a otra del planeta, a través de una cadena que no tiene más de cinco intermediarios. Lo que en términos populares se traduce con la famosa frase: “El mundo es un pañuelo".
Por consiguiente, las redes sociales tienen en el presente el mayor poder de comunicación. Internet alcanzó supremacía gracias a sus ideales fundantes de apertura y libertad de expresión. Un evidente ejemplo es Yahoo Respuestas donde al instante de hacer una pregunta, hay centenares de comentarios y réplicas. Ni mencionar las multitudinarias manifestaciones gestadas por los jóvenes en España y Libia, principalmente, gracias a la utilización de las herramientas de Twitter y Facebook que constataron su gigantesca llegada y peso global.
Y como proclama Daniel Domínguez, director general de la página web Ciber Sociedad“Todo fenómeno social debe ser analizado minuciosamente”Con esa premisa nació su promisoria iniciativa digital en mayo del 2000, a raíz de la idea de un antropólogo de analizar las incipientes, pero estrechas, relaciones entre la sociedad y las tecnologías de la información. Hoy, en un mundo totalmente digital, el sitio se convirtió en un exitoso y prestigioso territorio de investigación, reflexión, divulgación y consulta sobre el ciberespacio.
Justamente, en la Aldea global definida por el filósofo canadiense Marshall McLuhan nada es casual. Así, las personas encuentran en la web 2.0 a sus mejores aliadas para la construcción del “yo”: las redes sociales. Con total desparpajo, los usuarios comienzan a volcar sus intimidades como una forma de desarrollo psicológico y maduración individual. Sus personalidades se van configurando en función de las interacciones producidas dentro de los diferentes espacios virtuales.
“En la sociedad del espectáculo cada uno es aquello que sabe mostrar. Solamente es lo que se ve. Por eso, el fotolog, el facebook y los blogs, que hacen énfasis en la visibilidad, les ofrecen a los adolescentes la posibilidad de existir desde el preciso momento en que aparecen en Internet y los demás los ven”, explica Sibilia para entender mejor las nuevas identidades de los jóvenes.
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A su vez, otro de los puntos fuertes de las TIC es su posibilidad de reducir las distancias geográficas y los gastos económicos en un solo clic. El Grupo Michael Page, dedicado a la selección internacional de personal, consideró que el crecimiento de las redes sociales facilitó las relaciones laborales. “El sistema virtual es más veloz y económico, funciona como un escaparate a gran escala en donde los candidatos no solamente muestran y expresan sus capacidades y habilidades, sino que también exhiben valores añadidos a la empresa que busca profesionales con perfiles determinados”, sostuvieron desde la organización mundial al marcar el ocaso de las viejas formas de entrevistas de trabajo.
En definitiva, es el mismo universo contemporáneo el que se encarga de derribar las grandes tradiciones y verdades absolutas de antaño. Y al margen de las adhesiones y resistencias a la modernidad, nadie puede estar ajeno a las nuevas tecnologías. Negar el éxito de las redes sociales sería, aparte de un acto engañoso, un fútil intento de tapar el sol con las manos.
En los tiempos que corren, los hechos hablan por sí mismos: el abrupto incremento de los usuarios de Facebook y Twitter comprueba día a día las múltiples utilidades que brinda la red. Y más allá de cualquier pronóstico, la vasta historiografía de la humanidad demostró que las predicciones tienen vedada su existencia en el devenir histórico. Por eso, hoy la comunidad sólo podrá comprenderse en su época y contexto virtual, porque si ya el preciso suelo social es incierto, su permanente crujir es aún masivamente inesperado.

Educar o no educar, esa es la cuestión


El gobierno de Sebastián Piñera endureció su posición con respecto a la crisis educativa chilena. Sus últimas declaraciones fueron muy claras. Para él, los manifestantes estudiantiles no son personas que bregan legítimamente por obtener una educación pública, gratuita y obligatoria sino mocosos maleducados y vándalos. “Nada es gratis en la vida”, se encargó de recordar el presidente por si alguien lo olvidaba en su mundo neoliberal.
¿Cómo puede ser que Chile tenga la enseñanza universitaria más cara del mundo? La respuesta no está tan lejos: privatizaciones, reducción del gasto público, oportunidades para pocos y ventajas para los ricos. Por sólo citar algunos estragos de las épocas de Augusto Pinochet y las similitudes de la actual gestión trasandina con el antiguo régimen militar. Así comienzan a juntarse las piezas de este complejo rompecabezas que acrecienta la exclusión, desigualdad social y el nivel de analfabetismo. Argentina lo sabe muy bien, basta con recordar el devastador gobierno de Carlos Menem.
El nivel educativo de una persona es fundamental para su desarrollo integral. Sus conocimientos adquiridos serán los que definan a posteriori su función en la sociedad. Ya lo decían los filósofos de la Antigua Grecia: "La sabiduría es la madre de la reflexión, privilegio de los hombres libres". He ahí la importacia y necesidad de una educación pública. El saber libera, clarifica y posibilita mejores elecciones. La ignorancia ata, encadena y produce ceguera.
Por otro lado, invertir en educación es asegurarse el futuro. Poseer un factor crucial para ganar competitividad en el exterior, aumentar el PBI y erradicar la discriminación e inequidad. Tanto en Argentina como en Brasil se evidenció en los últimos años un sustentable y sostenido crecimiento económico gracias a las políticas sociales de sus últimos gobiernos.
A través de la inversión educativa de sus Estados se mejoró, entre otras cosas, la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes y potenció la cohesión social. En contraposición, Chile defiende una Universidad privada y sumamente cara. Algunos estudiantes sólo pueden estudiar con créditos que luego los endeudan de por vida.
Según el Artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas todo individuo tiene derecho a recibir una educación pública, gratuita y obligatoria. Y para los jóvenes chilenos no queda otra que pelearla hasta alcanzar esa legítima garantía constitucional: la igualdad educativa. En la calle, en el Congreso, en la puerta de la Moneda, porque, como dice Piñera, nada es gratis en la vida.

La telaraña de los prejuicios


Era una lluviosa noche de invierno de la esplendorosa París de 1920. Charlotte de Pardieu y Albert Costeau, dos jóvenes promesas de la literatura francesa, emprendieron viaje rumbo al Mar Mediterráneo sin mayores preocupaciones. No sabían exactamente cual iba a ser su destino final. Al igual que en sus obras poéticas nada estaba preestablecido. Sólo una condición era esencial en sus aventuras: una mini e itinerante biblioteca. Los libros de Hernest Hemingway y Marcel Proust eran ya como una extremidad más de sus cuerpos.
 Fieles al espíritu de la Belle époque, su romance se alejaba de las tradicionales y restrictivas formas de pensar y vivir aristocrático. A Charlotte no le gustaba tener los pies sobre la tierra por eso centraba su vida en las imaginaciones de sus sueños. Siempre le clamaba a Albert la misma frase: “¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?”. Y en esa sintonía, decidieron un viernes a última hora pasar un fin de semana absolutamente solos y lejos del pujante movimiento político que se vivía en la capital parisina.
 Libres y tranquilos. Así, disfrutaban del precioso momento que les regalaba el paisaje y la ténue niebla que los rodeaba y envolvía como una auréola. La postal era paradisíaca, perfecta. Pero de pronto, sintieron un fuerte llamado de entre las tinieblas que interrumpió su reposo:
- ¡Hey… frenen!- Fue tan inesperado el grito, que la sorpresa les impidió contestar en seguida. 
- ¡A ustedes!- Otra vez se volvió a oír el mismo sonido curiosamente gutural e inhumano que los llamaba desde alguna parte del mar tenebroso.
- ¡Eh! –gritó Albert, después de reponerse del susto- ¿Quién es? ¿Qué quiere? 
- No tengan miedo, no soy más que un mísero anciano- contestó la extraña voz.
- ¿Qué necesita? – repreguntó Albert, mientras Charlotte parecía haberse quedado muda.
 Pasaron unos minutos y no hubo respuesta. Entonces, ambos se acercaron rápidamente a la bitácora y sólo regresó Albert con una lámpara encendida. Se aproximó de nuevo al costado de su borda y proyectó el haz de luz amarilla hacia la silenciosa inmensidad del horizonte. Al hacerlo, sintió otro grito leve y sofocado, y luego un chapoteo como si alguien acabase de sumergir los remos precipitadamente. Pese a ello, no volvió a ver al hombre, sólo vislumbró una sombra en el agua que se diluyó inmediatamente. 
- ¿Qué broma es ésta?- exclamó. 
Otra vez el silencio se apoderó de la escena. Charlotte, ya fastidiada, se dirigió abruptamente hacia a donde estaba Albert y le suplicó:
- ¡Vámonos! Es un desconocido que nos puede estar mintiendo para hacernos algún daño.
 Pero Albert insistió por última vez:
- ¡Oiga señor, a donde quiera que esté! Todo esto es muy confuso, acercarse hacia nosotros de esta manera, en medio del bendito Mediterráneo y sin decir nada. ¿Cómo podemos confiar en usted y saber qué quiere?
- Lo siento... ¡Lo siento! -contestó, luego de varios minutos- No quería molestarlos, pero es que tengo hambre..., y ella también- señaló, luego de una larga pausa, hacia su izquierda en donde dormía una menuda niña de 11 años.
 Ambos atónitos y desentendidos miraron hacia el lugar señalado. Luego, Charlotte reaccionó y con una voz entrecortada le pidió a Albert que vaya a buscar las provisiones guardadas en la embarcación.
- El pobre hombre junto a su niña naufragando desesperadamente en busca de comida y yo desconfiando de su buena fé- se replanteó Charlotte mientras Albert regresaba con los víveres y se los ofrecía al mendigo:
- Coge toda la comida que quieras.
- No.... no puedo -repuso el anciano- No me atrevo a agarrarla yo mismo, ni siquiera tengo dinero para pagársela.
-Eso no importa –dijo Albert- Toma todo lo que precises.
 Nuevamente, el hombre se negó a asir la comida él mismo. De inmediato intervino Charlotte y colocó al lado de sus pies, el recipiente con todas las provisiones. 
- Gracias… -murmuró tímidamente y exclamó- ¡Pero todo esto es demasiado, llévense algo para ustedes también!
- No te preocupes por nosotros. Sólo disfruta con la niña de una buena cena- se despidió Charlotte mientras Albert iniciaba el regreso.
 Reflexivos y practicamente sin hablar se alejaron del lugar. La noche había quedado atrás y el sol comenzaba a destellar sus primeros rayos. Albert manejaba sereno y Charlotte miraba fijamente el mar como abstraída e inmiscuida en sus sonidos. Luego, sacó sus apuntes y comenzó a escribir. Las voces de la naturaleza siempre la inspiraban.
Después de dos horas sin mediar palabra, se levantó y dirigió eufóricamente hacia a donde estaba Albert. Lo besó apasionadamente y le dijo:
- Terminé de escribir un ensayo con el título de una hermosa frase de Voltaire.
-¿Qué frase?- replicó Albert.
-"Los prejuicios son la razón de los tontos", concluyó Charlotte con la convicción de haber aprendido algo aquella noche. 

Cuando la música se vuelve mágica


Entre bellas melodías, el tiempo parece detenerse sobre la vorágine de la peatonal durante un miércoles al mediodía. Casi al pasar, un acorde interrumpe la rutina de los empleados bancarios, abogados, contadores, administrativos, estudiantes y todo aquel que se tope con esa indescriptible magia que emana Martín al conectarse con su guitarra, Sofía con su arpa y Pablo con su trompeta. En la esquina de Córdoba y San Martín el arte tiene sus mejores embajadores, y los caminantes lo comprueban a diario.
Ese adolescente que, fatigado y totalmente somnoliento al salir del colegio, cruza la calle y cambia radicalmente su cara cuando escucha las alegres notas musicales que recrean la inolvidable “Fame” de Irene Cara. Su dibujada sonrisa no es inocente: el joven sabe que con esa misma canción se animó a sacar a bailar, por primera vez, a la dueña de su corazón, y bastó para conquistarla. O ese abuelo picarón que, al pasar de la mano con su compañera de vida y oír “Jailhouse Rock” de Elvis Presley, rememora su época más gloriosa, donde en plena soltería salía a romper la pista con sus viejos amigos.
Tampoco falta circulando por esa zona, el clásico soltero empedernido que al percibir el tema “Señora, si usted supiera” de su ídolo Cacho Castaña, recuerda con picardía todas sus aventuras amorosas y los maridos que todavía lo están buscando para increparlo. Porque así como cada acontecimiento marca para siempre la vida de una persona, cada canción representa un momento especial para cada uno.
Y Martín, Sofía y Pablo no están ajenos a esa situación. Los tres conocen el maravilloso poder de la música para refrescar inmediatamente cada memoria con sus mejores recuerdos. Todo artista advierte la poderosa atracción que posee el arte para conmover y promover las emociones humanas más escondidas. Por eso, en ese mismo lugar emblemático de la ciudad, los músicos no desaprovechan ningún segundo y explotan sus instrumentos hasta la máxima expresión.
En ese rincón mágico cada transeúnte se torna débil frente al poder hipnotizador de la música. Como hojas al viento, los peatones son dominados por el hechizo de los artistas callejeros. Por un instante, la cordura parece rendirse frente a la locura más surrealista. La razón se desvanece ante ese fascinante placer que sólo los locos conocen, aquellos que eligen soñar despiertos y convertir permanentemente lo cotidiano en mágico.
Y en ese cruce de realidades, de recepción mutua entre historias tan disímiles, el sonido es un cadencioso crisol. En esa concreta esquina céntrica, las melodías actúan como puente musical para dar origen a lo extraordinario de cada día. Para, por una fracción de segundos, incentivar el vuelo de cada peatón a su destino predilecto, donde pueda vivir muchos mundos posibles en vez de uno monocorde y aburrido.

lunes, 7 de enero de 2013

Vivir sólo cuesta vida


Desde aquella remota tarde de 2002, la palabra Jazmín para Tomás dejó de aludir a una simple flor o a un nombre más del montón. Desde aquel verano en Cabo Polonio, Tomás supo que aquella mujer, que se deslizaba sutilmente por la playa, era la persona que estuvo esperando durante toda su vida, como quien encuentra su brújula en el desierto.
El bello atardecer oficiaba de testigo cómplice. Era muy delator. No pudo evitar que sus ojos se nublaran con la atractiva silueta de guitarra de esa dama, que su mirada se encandilara por su prestancia al caminar. Jazmín era ese tren que pasa una sola vez por la vida. Y tenía atributos para subir a ese viaje. Lo sabía muy bien. 

Todos los veranos son un cheque en blanco para el amor, para aquellas vitales locuras amorosas. Pero de ahí a marcar un antes y un después en la historia de una persona hay un largo trecho. Que Tomás supo saltar con la habilidad de un trapecista: se pusieron de novios instantes después del primer beso. El flechazo fue mutuo, compartido. Como sentir morir la rutina y renacer la vida.
Ya de regreso a Rosario ambos decidieron convivir en un departamento con vista al río. El Paraná siempre inspira para la poesía, para la música diaria. Pero su libreto se hizo cenizas con el calor de enero de 2012. Las cosas ya no fluían con la misma densidad. Por alguna razón, hasta ese momento insospechable, Jazmín convivía con la molestia. Estaba rara, se desmayaba con frecuencia, había perdido 5 kilos en dos semanas y vomitaba todo lo que ingería.
Tomás, imbuido de desesperación y preocupación, la llevó de inmediato al hospital más cercano de la zona. Le hicieron muchos estudios. Tardaron un mes en analizarlos y conocer el diagnóstico, mientras Jazmín se desmejoraba físicamente.
“Cáncer de páncreas”, la palabra del doctor fue dura y directa como cross de boxeador. Y con urgencia, ordenó su internación clínica. Tomás le pidió más detalles sobre el cuadro médico de Jazmín, pero la dicha ya lo había abandonado hace tiempo. Sólo le dijo que se fuera a descansar y que regresara a primera hora de la mañana siguiente. Aunque a veces el destino juega con cartas que no están en nuestro mazo.
A la madrugada del día posterior una llamada lo despertó abruptamente de su sueño y le comunicó que se dirigiera con apremio a la clínica. No quería escuchar a su intuición pero fue imposible. Al llegar, no lo dejaron pasar rápidamente, primero se acercó a él un psicólogo y luego el doctor. No quería darse cuenta pero ya presentía todo. Con lágrimas en los ojos y acompañado de los profesionales, entró a la habitación.
La escena quedó petrificada en su mente, imborrable: la encontró inmóvil, recostada sobre la camilla y tapada por una túnica blanca. Aquel torbellino de alegría y hermoso cascabel, plagado de vida, yacía ahora inerme y pálida. Sabia metáfora de la vida: ser o no ser en una minúscula fracción de segundos. La causa: un paro cardíaco. 

No había nada más que hacer. Su sol se había apagado para siempre. Se alejó de todos. Buscó un lugar en la oscuridad de la madrugada donde pudiera estar solo, y gritó. Gritó bien fuerte. Estaba confundido, desorientado. Como si su cuerpo estuviese separado de su mente. Como si su realidad estuviese totalmente abstraída del tiempo y del espacio.
Era un manojo inenarrable de bronca, enojo y dolor. Por un instante, se odió profundamente. Se halló culpable y sintió un golpe brusco en el pecho, como si se quedase sin respiración. Una angustia similar a la que padece un guerrero cuando se sabe derrotado.
Sin embargo, había algo en su espíritu y fortaleza que todavía resistía. Aunque le costó recuperarse, inmiscuido en el frío que propicia la soledad de un parque a medianoche, sintió un leve alivio. El silencio fue su mejor aliado, actuó como puente reparador. 
No pensó, sintió. Intentó lo utópico: suprimir la razón para escuchar solamente a su corazón. Y lo logró. Por unos segundos, lo logró. Se olvidó del mundo, de todo aquello que lo rodeaba. Y se conectó solamente con los mejores recuerdos de Jazmín que lo abrazaban profundamente, como ya no se abrazan las personas.  
Inmediatamente, su pecho se infló de orgullo. Ese mismo dolor que antes lo ahogaba paradójicamente ahora le daba aire para recuperar el aliento, el hálito. Rememoró todas las maravillosas cosas aprendidas de aquella mujer que había elegido como madre de sus hijos. Y se sintió satisfecho. Se alegró por haber vivido, con quien ahora se convertía en su estrella favorita del cielo, la experiencia más hermosa que te puede regalar la vida: el amor.
Plenamente tendido sobre el césped de la plaza, inclinó su cara apuntando hacia la claridad del nuevo día que asomaba. "Adiós, Jazmín. Adiós mi amor", dijo en voz alta; y se permitió llorar. Entendió que la vida fluye como el agua de un río que desciende segura de su origen. Comprendió que los sentimientos fluyen como la risa incontenible, esa que contagia y permanece en la sangre, y que eleva las almas hasta la esencia de la felicidad.
Miró nuevamente hacia el cielo pero ahora con una sonrisa cómplice. Y como quién escupe algo inaguantable en su garganta, vociferó: “Es verdad cariño mío, el tiempo fluye y todo cambia. Río, tiempo, cambio. El tiempo, corre, corre, corre. Y cada día se cumple la profecía: morir para renacer. Gracias por enseñármelo”. Suspiró, por último, con la convicción de haber cumplido su misión en la vida. Se levantó del piso y empezó a caminar.