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sábado, 21 de julio de 2018

ESTUPIDEZ HUMANA


A veces te dan lo que pedís y resulta que al final no lo querés tanto. O lo querés cuando lo perdés. No hay nada más imperdonable que la estupidez propia.El ser humano siempre se acuerda tarde de obrar bien.

martes, 1 de mayo de 2018

LA NADA ERA PEOR QUE EL DOLOR

No recordaba haberse sentido tan mal. Su incertidumbre era peor que el dolor. Su nada era peor que el dolor. No hay posibilidad de duelo con la nada. La ausencia de definiciones, por más crueles que sean, la tenían dopada, muerta en vida. Prolongó la angustia con intermitencias y distintas profundidades durante ese incierto período. No podía detener las imágenes que se superponían una tras otra en su cabeza. Deseaba profundamente retroceder la película, despertarse de esa pesadilla. Se esforzaba por vivir, por pensar en otras cosas pero cada conversación conducía en algún punto con las derivaciones de su error. El parque de diversiones se tornó maldito. Infernal. Necesitaba volver a creer en sí misma, que algo la volviese a motivar. Su auto-decepción era abismal, adormeció todo su campo de acción. El simple hecho de verse como única responsable de su derrumbe profesional la devastaba. No sería capaz de soportarlo. El tiempo había registrado el juego de sus cartas, percibía que nada volvería a ser igual. Rezaba mucho. Sin la contención de su novia, sin la lectura y la escritura, hubiese sido nada para siempre.    

martes, 4 de julio de 2017

Tus uñas pintadas de rosa

Dónde estarán tus hermosas uñas pintadas de rosa, tus mates, tus retos, tus interminables preguntas. A dónde las encuentro. Te siento conmigo siempre. Pero por momentos tengo mucho frío. Ya pasaron las primeras veces sin vos: la navidad, tu cumpleaños, mi cumpleaños sin tu llamado. A veces los días se hacen muy largos y recuerdo como un puñal lo mucho que te necesito, lo pequeña que soy. Extraño tu voz, Nona.Tu andar firme y lento. Todo. Pienso en esa última vez que te visité: estábamos en la casa del tío, no puedo olvidarme tu sonrisa al verme ni los escalofríos que sentía en mis manos. Tampoco ese abrazo final y tu preocupación constante por hacerme sentir bien.Recuerdo tus miedos a la muerte y la convicción de que esos encuentros eran los últimos. También lo intuía, negada a aceptarlo. Hoy entiendo más que nunca cuánto me marcaste. Las mismas lágrimas que humedecen mi teclado son las que me dan fuerza para seguir.    

miércoles, 20 de abril de 2016

De erupciones y humanos

Si se los limpia bien, los volcanes arden suaves y regularmente, sin erupciones. Las erupciones volcánicas son como fuegos de chimenea. Evidentemente en nuestra tierra, somos demasiado pequeños para limpiar nuestros volcanes. Es por eso que nos causan tantos problemas.

martes, 10 de noviembre de 2015

NONA

   La última vez que fui a visitarte me olvidé el cargador en la cocina. Había alguna razón indescifrable detrás de ese olvido. "¿Volviste?", me preguntaste con esa sonrisa de abuela que se ilusiona por compartir un rato más con su nieto. "Sí, Nona. Perdoname que te hice levantar de nuevo. Dejé mi cargador del celular en la mesa", te respondí. Era tarde y hacía frío. Quizás por eso agarraste ese incondicional bastón más fuerte que nunca y, en un santiamén, me lo trajiste. "Tené cuidado cuando entres el auto, decile a papá o a Nico que te miren. Y avisame cuando llegues", me repetiste varias veces al oído mientras te abrazaba y daba un beso. Jamás imaginé que sería la última vez. Al destino le encanta agarrarte desprevenido. Más allá de que últimamente me invadía un dejo de tristeza en los silencios de tus rondas de mates o un mal augurio, nunca asumí la posibilidad de despedida. Soltar es una de las acciones más liberadoras, pero difíciles de los seres humanos. 
   La primera vez que me enfrenté con esa posibilidad fue cuando te internaron y estuviste varias semanas en Coronaria. Cómo me hiciste rezar, Jose. Si sabía tu inquebrantable fuerza, lloraba menos. Como una leona volviste a tu querida casa. Contenta, lúcida, más habladora que antes. Y me regalaste tres años más maravillosos: de consejos, risas, algún que otro grito y mucha sabiduría. Tu corazón no era el mismo, era más bien una bomba de tiempo. Pero qué me importaba, con verte se desechaba todo diagnóstico médico. Llegar a los 84 años con tantas ganas de vivir es envidia de cualquiera.
   Hoy el pasado está más caprichoso que nunca: se cuela en mi cotidianidad a cada instante. Como un rayo arremete contra mi respiración. Sos presencia absoluta. Tantas veces lo hablamos, lo soñamos, que me parece mentira vivir aquello que se vislumbraba tan lejano. Me conmueve ir logrando las cosas que te prometí. O presenciar aquellas que imaginamos juntas. La Mica se graduó y está a pocas materias de recibirse. Tu abogada preferida. Estaba tan linda en su graduación, como ese anillo tuyo que lleva puesto a todos lados. No fue casualidad que haya sido el mismo día de tu cumpleaños. El Nico ya es todo un hombre, emociona verlo cuidar a sus hermanas y hacerse cargo de la empresa familiar. Papá te extraña mucho, pero está bien. Junto a mamá te lo cuidamos bastante. En cada gol de Central grita "grande, viejita". Y levanta el mate. Todavía me cuesta ir a la casa del tío. Siento que te voy a encontrar ahí, sentada en el sillón, leyendo las revistas o mirando la tele como siempre. Pero de vez en cuando me animo y voy. Frecuentar tus huellas es doloroso, aunque reconfortante. No sé bien dónde estás, si me escuchás cuando te hablo o escribo. Es mi única manera de conectarme con vos. Y me hace bien. Aunque ya no pueda abrazarte ni contarte mis logros, consultarte mis decisiones o miedos. Aunque te sienta acá, adentro mío, latiendo más fuerte que nunca. Mientras trato de que mis horas valgan la pena en la tierra. Mientras, por momentos, la vida me hace muy feliz. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

Libertad

¿La libertad? La libertad es indefinible. La libertad es como una quebrada. Mucho se habla de ella. Mucho se malversa. Demasiado se pernocta en su nombre. Harto se enarbola en nombre de no sé qué libre expresión. La libertad es como un espejo. La libertad es como un higo seco. La libertad es como una libra de azúcar. La libertad es tentadora. La libertad es pródiga. La libertad es llanto. Pero nadie conoce la mía ni el dolor que la misma produce. La libertad es pretérita. La libertad no es libre. La libertad es como una estrella en lo alto de una rama. La libertad es con lo que tropiezas cuando escribes un haiku o, en fin, te acuerdas que los ojos no tienen fronteras y, de repente, te llevan a una muralla de amarantos o al lejano Oriente. La libertad es todo aquello que aún no hemos vivido alrededor de la garganta. La libertad, sin darnos cuenta, es como una dulce tatarabuela que aprendió de la propia ausencia de esa palabra. La libertad es como la boca de una geisha, delicada y turbia, transparente y cierta, callada y alumbrada al mismo tiempo.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Presencias

En las últimas semanas varias veces la encontré mirándome abstraída, sonriente. Con esos silencios que detienen el tiempo y calman. Como si en mí se reconociese, como si en mis acciones, en mi felicidad, se reencontrase. Hoy la que busca, la que se reencuentra soy yo. Por todas sus huellas. Por todas sus marcas. Mientras tomo mates con mi papá, observo sus gestos. Ensimismada, mientras hablo con mi tío, cuando lo escucho y veo caminar, la percibo. También cuando sus hijos rezongan, ella está ahí: luminosa, más presente que nunca. Es un instante eterno, purificador. Un puente que ella me regala y donde renazco con la misma plenitud de sus ojos sobre mí. 

Los abuelos sanan, 
en todas sus dimensiones, 
en todas sus presencias. 


Te llevo conmigo a todas partes, Nona.