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jueves, 31 de enero de 2013

miércoles, 30 de enero de 2013

domingo, 20 de enero de 2013

martes, 8 de enero de 2013

Y mientras el mundo sigue dando vueltas en su mismo lugar


Redes sociales: un vital oxígeno contemporáneo


Las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) ya no se pueden pensar más como un fenómeno meramente tecnológico. En la actualidad su alcance es tan significativo que representan una relevante transformación social. Fueron las mismas prácticas culturales, las que se vieron drásticamente modificadas por la férrea oleada virtual, al tiempo que los cibernautas ratificaron sus beneficios y rendimientos mediante su masiva concurrencia a la red. En ese sentido, la investigadora argentina de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Paula Sibilia, examina en su libro “La intimidad como espectáculo” los cambios que surgieron en la privacidad de las personas a raíz de la irrupción de la web 2.0.
El giro en el aumento de la exposición de la intimidad fue tal que las redes sociales se convirtieron en un valioso lugar de interrelaciones sociales, totalmente ajeno a la familia y a la escuela. Sus funciones facilitaron y multiplicaron los contactos interpersonales, la sociabilidad y generaron el rápido acceso a fuentes de información y recursos de todo el universo.  
Al respecto, el reconocido sociólogo y escritor Ducan J. Watts mediante su teoría de Seis grados de separación establece que cualquier persona en la Tierra puede estar conectada a otra del planeta, a través de una cadena que no tiene más de cinco intermediarios. Lo que en términos populares se traduce con la famosa frase: “El mundo es un pañuelo".
Por consiguiente, las redes sociales tienen en el presente el mayor poder de comunicación. Internet alcanzó supremacía gracias a sus ideales fundantes de apertura y libertad de expresión. Un evidente ejemplo es Yahoo Respuestas donde al instante de hacer una pregunta, hay centenares de comentarios y réplicas. Ni mencionar las multitudinarias manifestaciones gestadas por los jóvenes en España y Libia, principalmente, gracias a la utilización de las herramientas de Twitter y Facebook que constataron su gigantesca llegada y peso global.
Y como proclama Daniel Domínguez, director general de la página web Ciber Sociedad“Todo fenómeno social debe ser analizado minuciosamente”Con esa premisa nació su promisoria iniciativa digital en mayo del 2000, a raíz de la idea de un antropólogo de analizar las incipientes, pero estrechas, relaciones entre la sociedad y las tecnologías de la información. Hoy, en un mundo totalmente digital, el sitio se convirtió en un exitoso y prestigioso territorio de investigación, reflexión, divulgación y consulta sobre el ciberespacio.
Justamente, en la Aldea global definida por el filósofo canadiense Marshall McLuhan nada es casual. Así, las personas encuentran en la web 2.0 a sus mejores aliadas para la construcción del “yo”: las redes sociales. Con total desparpajo, los usuarios comienzan a volcar sus intimidades como una forma de desarrollo psicológico y maduración individual. Sus personalidades se van configurando en función de las interacciones producidas dentro de los diferentes espacios virtuales.
“En la sociedad del espectáculo cada uno es aquello que sabe mostrar. Solamente es lo que se ve. Por eso, el fotolog, el facebook y los blogs, que hacen énfasis en la visibilidad, les ofrecen a los adolescentes la posibilidad de existir desde el preciso momento en que aparecen en Internet y los demás los ven”, explica Sibilia para entender mejor las nuevas identidades de los jóvenes.
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A su vez, otro de los puntos fuertes de las TIC es su posibilidad de reducir las distancias geográficas y los gastos económicos en un solo clic. El Grupo Michael Page, dedicado a la selección internacional de personal, consideró que el crecimiento de las redes sociales facilitó las relaciones laborales. “El sistema virtual es más veloz y económico, funciona como un escaparate a gran escala en donde los candidatos no solamente muestran y expresan sus capacidades y habilidades, sino que también exhiben valores añadidos a la empresa que busca profesionales con perfiles determinados”, sostuvieron desde la organización mundial al marcar el ocaso de las viejas formas de entrevistas de trabajo.
En definitiva, es el mismo universo contemporáneo el que se encarga de derribar las grandes tradiciones y verdades absolutas de antaño. Y al margen de las adhesiones y resistencias a la modernidad, nadie puede estar ajeno a las nuevas tecnologías. Negar el éxito de las redes sociales sería, aparte de un acto engañoso, un fútil intento de tapar el sol con las manos.
En los tiempos que corren, los hechos hablan por sí mismos: el abrupto incremento de los usuarios de Facebook y Twitter comprueba día a día las múltiples utilidades que brinda la red. Y más allá de cualquier pronóstico, la vasta historiografía de la humanidad demostró que las predicciones tienen vedada su existencia en el devenir histórico. Por eso, hoy la comunidad sólo podrá comprenderse en su época y contexto virtual, porque si ya el preciso suelo social es incierto, su permanente crujir es aún masivamente inesperado.

Educar o no educar, esa es la cuestión


El gobierno de Sebastián Piñera endureció su posición con respecto a la crisis educativa chilena. Sus últimas declaraciones fueron muy claras. Para él, los manifestantes estudiantiles no son personas que bregan legítimamente por obtener una educación pública, gratuita y obligatoria sino mocosos maleducados y vándalos. “Nada es gratis en la vida”, se encargó de recordar el presidente por si alguien lo olvidaba en su mundo neoliberal.
¿Cómo puede ser que Chile tenga la enseñanza universitaria más cara del mundo? La respuesta no está tan lejos: privatizaciones, reducción del gasto público, oportunidades para pocos y ventajas para los ricos. Por sólo citar algunos estragos de las épocas de Augusto Pinochet y las similitudes de la actual gestión trasandina con el antiguo régimen militar. Así comienzan a juntarse las piezas de este complejo rompecabezas que acrecienta la exclusión, desigualdad social y el nivel de analfabetismo. Argentina lo sabe muy bien, basta con recordar el devastador gobierno de Carlos Menem.
El nivel educativo de una persona es fundamental para su desarrollo integral. Sus conocimientos adquiridos serán los que definan a posteriori su función en la sociedad. Ya lo decían los filósofos de la Antigua Grecia: "La sabiduría es la madre de la reflexión, privilegio de los hombres libres". He ahí la importacia y necesidad de una educación pública. El saber libera, clarifica y posibilita mejores elecciones. La ignorancia ata, encadena y produce ceguera.
Por otro lado, invertir en educación es asegurarse el futuro. Poseer un factor crucial para ganar competitividad en el exterior, aumentar el PBI y erradicar la discriminación e inequidad. Tanto en Argentina como en Brasil se evidenció en los últimos años un sustentable y sostenido crecimiento económico gracias a las políticas sociales de sus últimos gobiernos.
A través de la inversión educativa de sus Estados se mejoró, entre otras cosas, la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes y potenció la cohesión social. En contraposición, Chile defiende una Universidad privada y sumamente cara. Algunos estudiantes sólo pueden estudiar con créditos que luego los endeudan de por vida.
Según el Artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas todo individuo tiene derecho a recibir una educación pública, gratuita y obligatoria. Y para los jóvenes chilenos no queda otra que pelearla hasta alcanzar esa legítima garantía constitucional: la igualdad educativa. En la calle, en el Congreso, en la puerta de la Moneda, porque, como dice Piñera, nada es gratis en la vida.

La telaraña de los prejuicios


Era una lluviosa noche de invierno de la esplendorosa París de 1920. Charlotte de Pardieu y Albert Costeau, dos jóvenes promesas de la literatura francesa, emprendieron viaje rumbo al Mar Mediterráneo sin mayores preocupaciones. No sabían exactamente cual iba a ser su destino final. Al igual que en sus obras poéticas nada estaba preestablecido. Sólo una condición era esencial en sus aventuras: una mini e itinerante biblioteca. Los libros de Hernest Hemingway y Marcel Proust eran ya como una extremidad más de sus cuerpos.
 Fieles al espíritu de la Belle époque, su romance se alejaba de las tradicionales y restrictivas formas de pensar y vivir aristocrático. A Charlotte no le gustaba tener los pies sobre la tierra por eso centraba su vida en las imaginaciones de sus sueños. Siempre le clamaba a Albert la misma frase: “¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?”. Y en esa sintonía, decidieron un viernes a última hora pasar un fin de semana absolutamente solos y lejos del pujante movimiento político que se vivía en la capital parisina.
 Libres y tranquilos. Así, disfrutaban del precioso momento que les regalaba el paisaje y la ténue niebla que los rodeaba y envolvía como una auréola. La postal era paradisíaca, perfecta. Pero de pronto, sintieron un fuerte llamado de entre las tinieblas que interrumpió su reposo:
- ¡Hey… frenen!- Fue tan inesperado el grito, que la sorpresa les impidió contestar en seguida. 
- ¡A ustedes!- Otra vez se volvió a oír el mismo sonido curiosamente gutural e inhumano que los llamaba desde alguna parte del mar tenebroso.
- ¡Eh! –gritó Albert, después de reponerse del susto- ¿Quién es? ¿Qué quiere? 
- No tengan miedo, no soy más que un mísero anciano- contestó la extraña voz.
- ¿Qué necesita? – repreguntó Albert, mientras Charlotte parecía haberse quedado muda.
 Pasaron unos minutos y no hubo respuesta. Entonces, ambos se acercaron rápidamente a la bitácora y sólo regresó Albert con una lámpara encendida. Se aproximó de nuevo al costado de su borda y proyectó el haz de luz amarilla hacia la silenciosa inmensidad del horizonte. Al hacerlo, sintió otro grito leve y sofocado, y luego un chapoteo como si alguien acabase de sumergir los remos precipitadamente. Pese a ello, no volvió a ver al hombre, sólo vislumbró una sombra en el agua que se diluyó inmediatamente. 
- ¿Qué broma es ésta?- exclamó. 
Otra vez el silencio se apoderó de la escena. Charlotte, ya fastidiada, se dirigió abruptamente hacia a donde estaba Albert y le suplicó:
- ¡Vámonos! Es un desconocido que nos puede estar mintiendo para hacernos algún daño.
 Pero Albert insistió por última vez:
- ¡Oiga señor, a donde quiera que esté! Todo esto es muy confuso, acercarse hacia nosotros de esta manera, en medio del bendito Mediterráneo y sin decir nada. ¿Cómo podemos confiar en usted y saber qué quiere?
- Lo siento... ¡Lo siento! -contestó, luego de varios minutos- No quería molestarlos, pero es que tengo hambre..., y ella también- señaló, luego de una larga pausa, hacia su izquierda en donde dormía una menuda niña de 11 años.
 Ambos atónitos y desentendidos miraron hacia el lugar señalado. Luego, Charlotte reaccionó y con una voz entrecortada le pidió a Albert que vaya a buscar las provisiones guardadas en la embarcación.
- El pobre hombre junto a su niña naufragando desesperadamente en busca de comida y yo desconfiando de su buena fé- se replanteó Charlotte mientras Albert regresaba con los víveres y se los ofrecía al mendigo:
- Coge toda la comida que quieras.
- No.... no puedo -repuso el anciano- No me atrevo a agarrarla yo mismo, ni siquiera tengo dinero para pagársela.
-Eso no importa –dijo Albert- Toma todo lo que precises.
 Nuevamente, el hombre se negó a asir la comida él mismo. De inmediato intervino Charlotte y colocó al lado de sus pies, el recipiente con todas las provisiones. 
- Gracias… -murmuró tímidamente y exclamó- ¡Pero todo esto es demasiado, llévense algo para ustedes también!
- No te preocupes por nosotros. Sólo disfruta con la niña de una buena cena- se despidió Charlotte mientras Albert iniciaba el regreso.
 Reflexivos y practicamente sin hablar se alejaron del lugar. La noche había quedado atrás y el sol comenzaba a destellar sus primeros rayos. Albert manejaba sereno y Charlotte miraba fijamente el mar como abstraída e inmiscuida en sus sonidos. Luego, sacó sus apuntes y comenzó a escribir. Las voces de la naturaleza siempre la inspiraban.
Después de dos horas sin mediar palabra, se levantó y dirigió eufóricamente hacia a donde estaba Albert. Lo besó apasionadamente y le dijo:
- Terminé de escribir un ensayo con el título de una hermosa frase de Voltaire.
-¿Qué frase?- replicó Albert.
-"Los prejuicios son la razón de los tontos", concluyó Charlotte con la convicción de haber aprendido algo aquella noche. 

Cuando la música se vuelve mágica


Entre bellas melodías, el tiempo parece detenerse sobre la vorágine de la peatonal durante un miércoles al mediodía. Casi al pasar, un acorde interrumpe la rutina de los empleados bancarios, abogados, contadores, administrativos, estudiantes y todo aquel que se tope con esa indescriptible magia que emana Martín al conectarse con su guitarra, Sofía con su arpa y Pablo con su trompeta. En la esquina de Córdoba y San Martín el arte tiene sus mejores embajadores, y los caminantes lo comprueban a diario.
Ese adolescente que, fatigado y totalmente somnoliento al salir del colegio, cruza la calle y cambia radicalmente su cara cuando escucha las alegres notas musicales que recrean la inolvidable “Fame” de Irene Cara. Su dibujada sonrisa no es inocente: el joven sabe que con esa misma canción se animó a sacar a bailar, por primera vez, a la dueña de su corazón, y bastó para conquistarla. O ese abuelo picarón que, al pasar de la mano con su compañera de vida y oír “Jailhouse Rock” de Elvis Presley, rememora su época más gloriosa, donde en plena soltería salía a romper la pista con sus viejos amigos.
Tampoco falta circulando por esa zona, el clásico soltero empedernido que al percibir el tema “Señora, si usted supiera” de su ídolo Cacho Castaña, recuerda con picardía todas sus aventuras amorosas y los maridos que todavía lo están buscando para increparlo. Porque así como cada acontecimiento marca para siempre la vida de una persona, cada canción representa un momento especial para cada uno.
Y Martín, Sofía y Pablo no están ajenos a esa situación. Los tres conocen el maravilloso poder de la música para refrescar inmediatamente cada memoria con sus mejores recuerdos. Todo artista advierte la poderosa atracción que posee el arte para conmover y promover las emociones humanas más escondidas. Por eso, en ese mismo lugar emblemático de la ciudad, los músicos no desaprovechan ningún segundo y explotan sus instrumentos hasta la máxima expresión.
En ese rincón mágico cada transeúnte se torna débil frente al poder hipnotizador de la música. Como hojas al viento, los peatones son dominados por el hechizo de los artistas callejeros. Por un instante, la cordura parece rendirse frente a la locura más surrealista. La razón se desvanece ante ese fascinante placer que sólo los locos conocen, aquellos que eligen soñar despiertos y convertir permanentemente lo cotidiano en mágico.
Y en ese cruce de realidades, de recepción mutua entre historias tan disímiles, el sonido es un cadencioso crisol. En esa concreta esquina céntrica, las melodías actúan como puente musical para dar origen a lo extraordinario de cada día. Para, por una fracción de segundos, incentivar el vuelo de cada peatón a su destino predilecto, donde pueda vivir muchos mundos posibles en vez de uno monocorde y aburrido.

lunes, 7 de enero de 2013

Vivir sólo cuesta vida


Desde aquella remota tarde de 2002, la palabra Jazmín para Tomás dejó de aludir a una simple flor o a un nombre más del montón. Desde aquel verano en Cabo Polonio, Tomás supo que aquella mujer, que se deslizaba sutilmente por la playa, era la persona que estuvo esperando durante toda su vida, como quien encuentra su brújula en el desierto.
El bello atardecer oficiaba de testigo cómplice. Era muy delator. No pudo evitar que sus ojos se nublaran con la atractiva silueta de guitarra de esa dama, que su mirada se encandilara por su prestancia al caminar. Jazmín era ese tren que pasa una sola vez por la vida. Y tenía atributos para subir a ese viaje. Lo sabía muy bien. 

Todos los veranos son un cheque en blanco para el amor, para aquellas vitales locuras amorosas. Pero de ahí a marcar un antes y un después en la historia de una persona hay un largo trecho. Que Tomás supo saltar con la habilidad de un trapecista: se pusieron de novios instantes después del primer beso. El flechazo fue mutuo, compartido. Como sentir morir la rutina y renacer la vida.
Ya de regreso a Rosario ambos decidieron convivir en un departamento con vista al río. El Paraná siempre inspira para la poesía, para la música diaria. Pero su libreto se hizo cenizas con el calor de enero de 2012. Las cosas ya no fluían con la misma densidad. Por alguna razón, hasta ese momento insospechable, Jazmín convivía con la molestia. Estaba rara, se desmayaba con frecuencia, había perdido 5 kilos en dos semanas y vomitaba todo lo que ingería.
Tomás, imbuido de desesperación y preocupación, la llevó de inmediato al hospital más cercano de la zona. Le hicieron muchos estudios. Tardaron un mes en analizarlos y conocer el diagnóstico, mientras Jazmín se desmejoraba físicamente.
“Cáncer de páncreas”, la palabra del doctor fue dura y directa como cross de boxeador. Y con urgencia, ordenó su internación clínica. Tomás le pidió más detalles sobre el cuadro médico de Jazmín, pero la dicha ya lo había abandonado hace tiempo. Sólo le dijo que se fuera a descansar y que regresara a primera hora de la mañana siguiente. Aunque a veces el destino juega con cartas que no están en nuestro mazo.
A la madrugada del día posterior una llamada lo despertó abruptamente de su sueño y le comunicó que se dirigiera con apremio a la clínica. No quería escuchar a su intuición pero fue imposible. Al llegar, no lo dejaron pasar rápidamente, primero se acercó a él un psicólogo y luego el doctor. No quería darse cuenta pero ya presentía todo. Con lágrimas en los ojos y acompañado de los profesionales, entró a la habitación.
La escena quedó petrificada en su mente, imborrable: la encontró inmóvil, recostada sobre la camilla y tapada por una túnica blanca. Aquel torbellino de alegría y hermoso cascabel, plagado de vida, yacía ahora inerme y pálida. Sabia metáfora de la vida: ser o no ser en una minúscula fracción de segundos. La causa: un paro cardíaco. 

No había nada más que hacer. Su sol se había apagado para siempre. Se alejó de todos. Buscó un lugar en la oscuridad de la madrugada donde pudiera estar solo, y gritó. Gritó bien fuerte. Estaba confundido, desorientado. Como si su cuerpo estuviese separado de su mente. Como si su realidad estuviese totalmente abstraída del tiempo y del espacio.
Era un manojo inenarrable de bronca, enojo y dolor. Por un instante, se odió profundamente. Se halló culpable y sintió un golpe brusco en el pecho, como si se quedase sin respiración. Una angustia similar a la que padece un guerrero cuando se sabe derrotado.
Sin embargo, había algo en su espíritu y fortaleza que todavía resistía. Aunque le costó recuperarse, inmiscuido en el frío que propicia la soledad de un parque a medianoche, sintió un leve alivio. El silencio fue su mejor aliado, actuó como puente reparador. 
No pensó, sintió. Intentó lo utópico: suprimir la razón para escuchar solamente a su corazón. Y lo logró. Por unos segundos, lo logró. Se olvidó del mundo, de todo aquello que lo rodeaba. Y se conectó solamente con los mejores recuerdos de Jazmín que lo abrazaban profundamente, como ya no se abrazan las personas.  
Inmediatamente, su pecho se infló de orgullo. Ese mismo dolor que antes lo ahogaba paradójicamente ahora le daba aire para recuperar el aliento, el hálito. Rememoró todas las maravillosas cosas aprendidas de aquella mujer que había elegido como madre de sus hijos. Y se sintió satisfecho. Se alegró por haber vivido, con quien ahora se convertía en su estrella favorita del cielo, la experiencia más hermosa que te puede regalar la vida: el amor.
Plenamente tendido sobre el césped de la plaza, inclinó su cara apuntando hacia la claridad del nuevo día que asomaba. "Adiós, Jazmín. Adiós mi amor", dijo en voz alta; y se permitió llorar. Entendió que la vida fluye como el agua de un río que desciende segura de su origen. Comprendió que los sentimientos fluyen como la risa incontenible, esa que contagia y permanece en la sangre, y que eleva las almas hasta la esencia de la felicidad.
Miró nuevamente hacia el cielo pero ahora con una sonrisa cómplice. Y como quién escupe algo inaguantable en su garganta, vociferó: “Es verdad cariño mío, el tiempo fluye y todo cambia. Río, tiempo, cambio. El tiempo, corre, corre, corre. Y cada día se cumple la profecía: morir para renacer. Gracias por enseñármelo”. Suspiró, por último, con la convicción de haber cumplido su misión en la vida. Se levantó del piso y empezó a caminar. 

sábado, 5 de enero de 2013

viernes, 4 de enero de 2013

Libertad

No es una realidad perfecta. Se cansaron tanto de decirme que no existe la perfección que me convencieron. Pero genera una sensación tan similar que es difícil describirla con otro nombre más cercano. Más veraz. 

Es como un mar lleno de peces azules, un cielo celeste inundado de palomas blancas; es la primavera en mi alma. 

¡Mi amor, tanto tiempo de espera valió la pena! Vivir estos instantes de sol lo justifican todo. ¡Qué hermosa premonición!

¿Sabías que a veces sueño con que eres mi mundo, mis segundos, mis ganas, mi respiración? Sueño que nos escapamos bien lejos. No importa hacia donde. Corremos juntos de la mano cantando, cual niños en su mejor juego. Y aparecemos en una playa bien lejana, esa que tanto te gustaba recordar plagada de naturaleza y libertad. 

Dos seres unidos para siempre. INDISOLUBLES. Vos y yo. Te miro con esa sonrisa cómplice que nos acompaño desde la primera vez. Me besas, te beso. Eternamente. Y ahí, ¿sabés qué? Ahí ya no importa nada más. Nada más.

Poesía musical


Cuántos años juntos,

aquellos buenos tiempos de altibajos 

y alegrías con los niños.

Ahora se han mudado

fuera del pueblo.

Ella lo había intentado muchas veces.

Ella lo había pedido a voces muchas veces.


El sol sale cada mañana 

y en su movimiento diario

fija lo que ellos han hecho.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella hace lo que ha de hacer.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella hace lo necesario.


En un Ramada Inn cerca de Las Vides,

se detuvieron para pasar la noche

en su viaje hacia el sur,

en busca de los buenos tiempos,

porque visitar a los viejos amigos hace sentirse bien.

A gente que no habían visto

desde la época del instituto, en Santa Fe.

El restaurante estaba concurrido,

pidieron una botella, tomaron unas copas

y ahora se encuentran de maravilla.


El sol sale cada mañana 

y en su movimiento diario

fija lo que ellos han hecho.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él hace lo que ha de hacer.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él hace lo necesario.


Parece que últimamente las cosas están cambiando.

Parece que últimamente las cosas van hacia el sur.

Ahora, tras un par de copas

ella apenas lo conoce.

Él se exalta y la mira

cuando ella dice que es momento de hacer algo,

quizá de hablar con sus viejos amigos, que abandonaron.

Él sencillamente se sirve una copa bien llena,

cierra los ojos y dice: "ya está bien".


Y el sol sale cada mañana 

y en su movimiento diario

fija lo que ellos han hecho.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella hace lo que ha de hacer.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él hace lo necesario.


Y el sol sale cada mañana 

y en su movimiento diario

fija lo que ellos han hecho.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él la quiere tanto.

Él hace lo necesario.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella lo quiere tanto.

Ella hace lo que ha de hacer.