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domingo, 28 de diciembre de 2014

Metamorfosis

Si dejamos que se caiga la luz
quizá se caigan otras cosas
Y eso es lo necesario: que aparezca otro mundo.
Pero no más allá o después. O en otra nada.
Que aparezca otra luz.
O atreverse a crearla.

Hay que inventar respiraciones nuevas
Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.
Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre.

Vomitar el mundo,
y quedarse sin mundo,
con la nada en la mano.
Y empezar la ardiente antihistoria
de crear antimundos.

Hay que vivir lo que no tenemos
la sonrisa resistente de los muertos
el mediodía de las medianoches.
Desheredados del centro,
la única herencia que nos queda
está en lo descentrado.


lunes, 26 de mayo de 2014

Dejaste tanto en mí, Nona

Sos el paisaje más soñado

y sacudiste las más sólidas tristezas
y respondiste cada vez que te he llamado ♪♬


miércoles, 7 de mayo de 2014

Milo, vuela alto mi ángel

¿A dónde van a parar esas almas que antes de partir te miran a los ojos como si no se quisiesen ir?
Me duele la vida en los pliegues de mi cuerpo.
Como si de mí se desangraran esos instantes donde fuimos felices alguna vez.
Como si descendieran suaves, dolorosos, por mis texturas.
¿Es posible exorcizar la resaca del dolor en nuestros huesos?
¿A dónde te abrazaré otra vez?
¿A dónde estarás en este momento con tu brillo hipnótico e incandescente, mi leoncito?
Emito un deseo ardiente en el aire para que, de tan intenso, llegue a envolverte en tu más hermoso estadío. Y, al respirar, encuentres esa paz que te mereces, mi amor.


Desde ahora, 
esos ojitos son míos. 
Ven a través de mí. 
Cobijan la ausencia 
de esa parte mía 
que te llevaste con vos
para siempre.



viernes, 4 de abril de 2014

La vida, ese cambio permanente

Todo se transforma. Cambia, se modifica y crece. Movimiento. Los lugares, los rostros, las gotas. Lágrimas, risas, vida, muerte, esperanza, miradas, ángulos, gestos, ladrillo, verde, muro, piedras, abrazos. Abrazos, abrazos, abarcar con los brazos. Extensión interminable de las manos. El abrazo puede contener lo que no puede la palabra. Aunque contemos la mejor de las historias. En el papel, la tinta, la palabra escrita, la foto, la imagen archiva para la eternidad de los vivos. El abrazo contiene el sueño de los que viven en la eternidad.

Instantes

A veces es cuestión de correrse para entender.
La transparencia sólo puede observarse desde la distancia. 
Como aquel que se sienta en un rincón, solo y en silencio.
Las ausencias son irremplazables, siempre dejarán huellas. 
Pero el curso de los días transpira tu historia. 
Redefine tus hechos.
En tus manos, las horas pueden ser vitales o mortales.
Nadie mejor que vos para entenderlo. 
Porque a veces un instante puede reparar una vida entera.
O todo lo contrario.

martes, 1 de abril de 2014

La gota

La gota cayó espesa y con ganas, 
como quien se arroja al mar rompiendo una ola.
Esa gota sudaba de erotismo, de deseo. 
Le gustaba vestir de ardor y transpiración la escena.
De tocar los cuerpos unidos bajo una última conexión furiosa.
Esa gota era mayúscula, madura. 
Sabía que ya no le quedaba tiempo.
Que aquella noche los instantes la consumían
lenta y progresivamente.
Esa gota no era una gota.
Esa gota se llevaba un océano de historia.
Dos vidas se secaban con su llegada al suelo.  

jueves, 27 de marzo de 2014

Amor a primera vista



“¿Crees en el amor a primera vista? 
Haberla visto y creer que la conoces... 
Parece diferente. Sólo tengo un presentimiento sobre ella. 
Como cuando empieza una canción y simplemente sabes que tienes que bailar”.

sábado, 15 de marzo de 2014

Quizás

Quizás nunca te diste cuenta,
quizás fueron insuficientes mis miradas,
quizás el tiempo nos ganó la batalla. O me la ganó.
Quizás mi pálpito falló
quizás mi hoguera corporal
incineró la poca visión que me quedaba.
Quizás hayan miles de quizás más
que jamás conoceré.
Sólo sé que, al final,
cuando los inmortales
lleven mi historia
y laven mis heridas,
sabrán que en el amor
batallé. Sí, que batallé
más allá de toda correspondencia.

lunes, 3 de marzo de 2014

Dejame...

Dejame abrazar 
tu alma.
Sentir su humanidad, su frondosidad. 
Su libertad. 
Palpar ese latir sublime donde tu ser se encuentra y sonríe. Dejame hacerlo por única vez, al menos. 

miércoles, 26 de febrero de 2014

Libertad

¿Hasta dónde llega el límite de nuestra libertad? ¿Hasta dónde somos realmente libres? ¿Hasta dónde nos creemos, en ciertas ocasiones, nuestro propio autoconvencimiento y conformismo de la realidad? Porque una cosa es lo que uno hace y otra lo que quiere hacer. No es lo mismo lo que uno dice que lo que quiere decir, y lamentablemente la mayoría de las veces gana lo primero. ¿Hasta dónde nos sentimos fehacientemente libres? Pero no ya del exterior y de sus innumerables miserias, sino de nuestras propias ataduras. De nuestros propios fantasmas profundamente escondidos, pero vivamente latentes. 
¿Es libre aquel que, teniendo nada menos que toda su voluntad a disposición, se rehúsa a ser feliz por miedo al prejuicio propio o al rechazo ajeno? ¿Cómo dimensionar la textura y el volumen de nuestra libertad? 
Te pusiste a pensar por un instante: ¿Cuántos metros tiene tu libertad? ¿O con cuántos hechos la medís? ¿O con qué la medís, con qué la definís? 
El concepto de libertad es por sí mismo encantador, perfecto. Pero ¿quién lo práctica a conciencia permanentemente? Afortunados y privilegiados aquellos que se lanzan a la vida librados de todo pasado y complejo. 
A veces estamos tan cerca de ese preciado objeto de deseo que terminamos embelesados. Inmóviles. Narcotizados. Lo miramos deslumbrados e impávidos, mientras el tiempo se lleva oportunidades de nuestro casillero que no regresan más. A veces vemos pasar la vida por nuestra puerta y la saludamos sentados, víctimas de la cobardía. De la ausencia de coraje para enfrentar luego todo lo que trae y vuelca esa marea inmensa, pero salvadora de las grandes decisiones.
Uno termina encontrando el peine de la vida cuando te empezás a quedar pelado. Cuando los pelos de tanto enredarse se cayeron todos. Por eso, la lucha es continua y a contrarreloj para evitar que sea demasiado tarde. Porque no siempre te duele una persona en todo el cuerpo. No siempre se siente una piel sin tocarla. No siempre una boca es creadora y artesana de todos nuestros suspiros.
Necesito una señal. Necesito un puente... necesito que en los sueños me devuelvas los abrazos. Necesito encontrarme cara a cara y gritarme: sé valiente por primera vez. Sino quizás sí sea demasiado tarde.

jueves, 6 de febrero de 2014

Hamlet, de William Shakespeare

(...) Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más. Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales herencia de la carne, sería una conclusión seriamente deseable. Morir, dormir: dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno ya libres del agobio terrenal, es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién soportaría los azotes e injurias de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio, las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo, los insultos que sufre la paciencia, pudiendo cerrar cuentas uno mismo con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y ya no son acción. – Pero, alto: la bella Ofelia. Hermosa, en tus plegarias recuerda mis pecados.

domingo, 2 de febrero de 2014

Anhelo

Mélanie Laurent en Bastardos sin gloria
de Quentin Tarantino.
El anhelo de permanecer como ella. Olvidarme de que hay un mundo constante de interrupciones. Perderme en mí para encontrarme con un libro. Y volver a nacer.

miércoles, 29 de enero de 2014

Locura o amor, da igual

La doxa está loca, se cree la verdad.
La verdad está loca, se cree la ley.
La ley está loca, se cree la justicia.
La justicia está loca, se cree la igualdad.
La igualdad está loca, se cree la medida.
La medida está loca, se cree la normalidad.
La normalidad está loca, se cree la cordura.
La cordura está loca, se cree el orden.
El orden está loco, se cree la doctrina.
La doctrina está loca, se cree la sabiduría.
La sabiduría está loca, se cree la ciencia.
La ciencia está loca, se cree la religión.
La religión está loca, se cree Dios.
Dios está loco, se cree el amor.
El amor está loco, siempre lo estuvo.

Miriam Cairo, señores.

martes, 28 de enero de 2014

Cambiar la ley o cambiar las cosas

Un chico de 16 años que vive en uno de los barrios más violentos de Rosario muere de un balazo en la cara en la casa donde halló provisorio refugio. En la truncada biografía que se cuenta en la página previa se reitera el latido de lo tantas veces escuchado: un ser con su familia desmembrada, escolaridad mínima, carente de apoyo y dependiente de sí mismo.
Luciano Cáceres murió en el mismo aislamiento en el que había vivido. Difícil imaginar la soledad impar de encontrarse inerme frente al caño del que lo mató, de no tener a nadie en ese momento de frialdad insuperable. Al afrontar el último instante de su vida Luciano sabía de sobra qué cosa era estar solo.
Cuando una persona es arrojada de cabeza de la niñez a la adultez las opciones que toma no brotan de elecciones meditadas sino del tipo de oferta restringida que un terreno degradado pone a su alcance. Muchos tuvimos a los 16 años la perspectiva de la vida universitaria, de afecto, hogar, comida y descanso garantizados. En donde vivió Luciano las cosas no son de esa forma.
Los homicidios del mes que termina mañana en la zona sur de Rosario y en Villa Gobernador Gálvez quedan inscritos en una sangrienta y palpitante trama común. La semana pasada Javier "Búfalo" Gómez y Alexis "Puflito" Cabañas murieron a balazos en Las Delicias en algo más de 24 horas. Al segundo lo mataron saliendo del velorio del primero. En el allanamiento posterior a los hechos la policía encontró una pareja encerrada en un bunker de drogas de Moreno al 5500.
La secuencia de diez homicidios en V. G. Gálvez muestra en un área bien delimitada una ida y vuelta agobiante entre sujetos vinculados a la venta de droga. Cada asesinato anuncia el siguiente. A Fabio López y Tomás Arce los matan el 9 de este mes. A este último se lo señala presente en el ataque a tiros de febrero a Ezequiel Martínez, que murió, y Maxi Medina. Ambos son del entorno de Luis Orlando "El Pollo" Bassi, quien figura en 14 páginas de la intranet del Poder Judicial de Rosario. La ferocidad de algunos casos tiene aristas novedosas de crueldad. El 24 de diciembre en una batalla narco rociaron con nafta e incendiaron un bunker donde dos personas vendían drogas. Ambos se quemaron y uno fue asesinado a balazos al salir.
Es ociosa la mención caso a caso: están en los archivos de la prensa, de la policía y en la base de datos que confecciona la Secretaría de Delitos Complejos de la provincia. Lo elocuente en esta disputa feroz es que la contienda está ceñida a grupos humanos bastante compactos y que se desenvuelven en zonas geográficas muy acotadas.
Allá y acá. Hace tres meses en un artículo de The New York Times firmado por John Tierney se analizaron los factores de la sostenida baja de la criminalidad en Nueva York. La primera conclusión es que la caída del delito coincide con una decisión de política criminal de deprimir drásticamente la población carcelaria y aplicar el excedente económico, antes invertido en prisiones, en investigación criminal de calidad.
Esa política se adoptó a principios de los 80 y los resultados no se vieron rápido. La policía de Nueva York transformó por decisión civil la lógica investigativa de los 70. Esta consistía en identificar una serie de criminales implicados en delitos diversos y recurrentes (drogas, robos, homicidios) y concentrarse en encerrarlos.
Pero el inicio de los trabajos de mapeo criminal determinó que era mucho más razonable analizar el delito por zona que por personas. Y esto se replicó en todo Estados Unidos. En cada ciudad los investigadores descubrieron que la mitad de los delitos complejos se concentraban en porciones que respresentaban el 5 por ciento del área urbana total. La población aumentaba en las cárceles pero el problema se mantenía incólume. ¿Por qué? Porque al moverse el delito por una lógica económica el encierro sólo lograba que los encerrados fueran reemplazados. Y los sustitutos eran cada vez más jóvenes. Si había demanda de drogas y bienes robados el crimen seguía su curso.
Por tanto la inversión en política criminal se concentró en recursos —crecientes y millonarios— para investigación empírica del delito por zona. La policía empezó a prestar menos atención a los delincuentes que a los nudos territoriales donde éstos operaban.
Desde luego: las problemáticas criminales son distintas en Nueva York que en las ciudades de América Latina. Pero las zonas que allí exponían mayor violencia eran comparables en algo a las nuestras: el delito prevalecía entre habitantes de zonas postergadas, con epidemias de adicciones a narcóticos y ausencia de oportunidades económicas.
El análisis criminal determinó los nudos zonales en que actuar, las lógicas selectivas para atacar las cabezas de las redes delictivas que operaban allí, combinadas con estrategias para mejorar la calidad, el relieve y los servicios urbanos de las zonas "cinco por ciento". Se esperaba que el delito se desplazara pero a los delincuentes, según el seguimiento, no les resultó fácil arraigar en ámbitos nuevos. Sin desaparecer, el crimen declinó en violencia y en frecuencia.
Franklin Zimring, criminólogo de la Universidad de Berkeley, estableció que la caída de reclusos en Nueva York cayó a 40 mil en la actualidad. Es aún una cifra impresionante. Pero de haber seguido la tendencia que se empezó a desmontar en los 80 hoy la población carcelaria sería de 100 mil personas. La atención de ese universo de presos exigiría 1.500 millones de dólares adicionales a los que hoy se gastan en prisiones. Aunque con esa lógica, asegura Zimring, el delito jamás habría caído.
Descomunal, la inversión en análisis criminal de calidad fue proporcional al desafío. En el departamento de policía de Nueva York la investigación amalgama a sociólogos, estadísticos, arquitectos, geógrafos y criminólogos que conducen a centenares de empleados calificados que realizan constante trabajo de campo en cada distrito. Esa masa de recursos se les quitó a las cárceles. Porque acumular gente en ellas deja el problema en pie si no se estudia y ataca, con herramientas idóneas y afán de cambio, la lógica que produce el delito. Para eso hace falta tres cosas: acuerdo político amplio en base a metas, trabajo a largo plazo y una montaña de plata. Sólo eso puede hacer que chicos como Luciano Cáceres tengan, a los 16 años, una oportunidad existencial distinta a la que tuvo.
Tal vez la experiencia neoyorquina sea inspiradora para legisladores santafesinos que están convencidos de que con un plumazo legal, y no con inversión y labor formidables, es posible atemperar el delito. Los que se proponen aprobar la ley que impulsa el senador del Frente Progresista Lisandro Enrico, a fin de prolongar los encierros de personas con prisión preventiva, no tardarán en chocar con su propia frustración si esta iniciativa prospera. Porque con un cambio normativo contra el delito no habrán hecho nada. Pueden meter en la cárcel por más tiempo a todos los que quieran. Otros vendrán a reemplazarlos.

 (por Hernán Lascano)

jueves, 23 de enero de 2014

Con el tiempo...

“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender…

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos,
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

Y uno aprende que si es demasiado
hasta el calor del sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno es realmente fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende… y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien
porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz
de amarte con tus defectos y sin pretender cambiarte
puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo aprendes que si estás con una persona
sólo por acompañar tu soledad,
irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados
y quien no lucha por ellos, tarde o temprano,
se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira
siguen hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente es muy probable que la amistad nunca sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aún siendo feliz con tus amigos,
lloras por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida,
con cada persona, es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta que el que humilla
o desprecia a un ser humano, tarde o temprano
sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy,
porque el sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón,
decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas,
decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba, ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo…”

domingo, 19 de enero de 2014

Amar

¿Se puede amar sin siquiera haber besado a una persona?
Sin siquiera haberla tocado, sentido el aroma de su piel. El temblor de sus entrañas.
Sin haber agotado el hambre y la sed de su cuerpo, más que en sueños, en fantasías.
¿Cómo se hace para dominar esa maraña de sensaciones que se cuelan en uno sin darse cuenta? Inconscientemente. Arbitrariamente como el agua entre los dedos. Como la risa en la sangre.
¿Cómo se hace para exorcizar los sentimientos a sabiendas del impacto definitoria que causará visibilizarlos? Para bien o para mal.
¿Cómo se hace para ser valiente de uno mismo?
Arriesgarlo todo cuando uno sabe que se puede quedar sin nada.
Si se pudiese cambiar de identidad como de traje, correría ya mismo hacia su casa.
Mataría mi cobardía. ¡Uf, esta vez por fin sí sería yo la vencedora!
Y volaría alto, bien alto, en el cielo de su mundo. De sus aleteos.
En el paraíso de su boca.
En la libertad de sus alas.
En la inmensidad de su existencia.

... Esa persona se parecía mucho a la palabra nunca.

viernes, 17 de enero de 2014

La noche está encantadora

Seres extraños que llevamos escondidos, ocultos bajo las rutinas del día, pero que emergen en la noche liberadora, propicia. Personas que en el fulgor del anochecer dejan sus ropajes de oficinas y su torpe calzado de recorrer ciudades que bajo el sol no miran. Esos mismos humanos, que amparados por la luminosidad de las estrellas y la luna, se cuelgan de los bordes. De sus bordes. Se trepan en las costuras de los uniformes, llameantes como cabezas de dragones. Y creciendo tenaces y brillantes.

miércoles, 8 de enero de 2014

Un poco (bastante) de amor francés


El primer gran mérito del film tiene nombre y apellido: Adèle Exarchopoulos. Si alguna palabra, de entre muchas, puede definir lo que esta joven de 20 años hace ante la cámara, esa es la de milagro. Difícil recordar en la pantalla grande semejante entrega física y humana por parte de una intérprete tan novata. 

Sus escenas, su sensibilidad y su profundidad actoral son un canto al cine, al arte en estado puro. Como si de sus poros brotara talento desenfrenadamente. Como si ponerse en la piel de su engorroso personaje no le costara ningún esfuerzo. De seguro, los cinéfilos van a agradecer sobremanera el nacimiento de esta nueva estrella francesa.

Y para ello, la arriesgada apuesta formal de su director, Abdellatif Kechiche -creador de La Faute à Voltaire(2000), L'Esquive(2003) y La graine et le mulet(2007)-, es fundamental. Sus estéticos y cuidadosos primeros planos propician su total lucimiento y que el espectador, claro, se sumerja plácidamente con ella. Esas tomas cómplices, esa poética secuencia cinematográfica acompaña la vida de la joven 24 horas: vaya donde vaya, haga lo que haga. Condición que constituye su segundo gran logro: adentrarse de forma radical en el día a día de una chica que pasa a ser mujer. Y con la misma obsesión con que ella persigue a su objeto de deseo.

Su acierto reside precisamente en conseguir que el público sepa lo que piensa cuando ni siquiera habla. Sus gestos, sus miradas, sus muecas, sus tics… Todo ello son parte de un universo entrañable y estremecedor que cada uno indefectiblemente acaba apropiando. Amando.

Mucho se ha criticado al largometraje por sus extensas y explícitas escenas de sexo, pero poco se ha reposado en lo necesario y natural que es el mismo acto sexual para la vida de todo ser humano. El conservadurismo, empapado hasta el cuello de falsos dogmas católicos, todavía no entendió que no porque se escondan o repriman ciertas cuestiones, las mismas dejarán de existir. Quizás deba enterarse que estamos en el siglo XXI y que, por más que sus mentes se hayan paralizado, el mundo siguió andando. Avanzando, aunque a veces el paso del tiempo sea engañoso y no rime necesariamente con la evolución. 

Es que sin estas imágenes el film perdería su encanto, su magia, su credibilidad. Su hipnótica cotidianidad. Esa belleza que sólo la espontaneidad puede emanar. Sin perder de vista, por supuesto, que todo depende del acertado pulso del director para convertir lo soez en mágico, como bien lo ejemplifica Kechiche.


Porque La vida de Adèle no es tan solo una historia de amor entre dos chicas, como en muchos sitios se ha intentado vender. La presencia de Emma (una estupenda y sensual Léa Seydoux) es crucial en la narración, para el proceso de cambio y aprendizaje de la protagonista. Sin embargo, lo que aquí cuenta, en lo que el director centra su mirada, es taxativamente en ese paso de la juventud a la vida adulta de Adele. En su frondosa y dolorosa madurez. En sus desaciertos, en esa furiosa lucha amorosa: porque ¿qué humano renuncia a alguien que ama por el simple hecho de que esté en pareja o que no sea correspondido en un momento determinado?

Asimismo ella es el motor de una cinta que habla de muchos otros temas como el rol de la familia en la constitución de la identidad de una persona, la existencialidad, el despertar sexual, el deseo, la retrógrada e insólita discriminación que aún hoy el homosexual padece, la desolación y la complejidad que acarrea toda relación humana.
La vida de Adèle es un film intimista, plagado de referencias literarias y que, pese a ser muy francés, es absolutamente universal. Kechiche, huyendo de cualquier sensiblería o tópico, consigue que la frialdad con la que normalmente se tratan en el séptimo arte la homosexualidad y la adolescencia pase a ser de una calidez y calidad enormes. Y logra lo que el cine (y la gente ya no): construir una gran historia de amor. 


Con los años recordaremos esta película, sus integrantes, sus instantes, sus sensaciones. Pero principalmente la brillante actuación que supone el viaje personal de Exarchopoulosvéase cómo pasa del hermetismo al desborde emocional, de la pasividad a la fiereza, de la melancolía que la cerca a dejarse llevar por la sensualidad de un baile (gran escena), de la locura amorosa a la pasividad otra vez. O cómo hace coexistir máscara social y corazón partido, en la extraordinaria escena del baile africano.  

Es que Adèle no vive, arde. No llora, llueve. No actúa, conmueve. Y así todo el tiempo a través de un logro artístico mayúsculo. De un goce lírico permanente. Y que tiene un solo ideólogo: Abdellatif Kechiche.

Puntaje: 10.
Nombre original: La vie d'Adele.
Director: Abdellatif Kechiche.
Género: Drama.  
Países de origen: España, Francia, Bélgica.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Fecha de estreno(Argentina): 02/01/2014.
Distribuidora: Distribution Company.
Reseña: A sus 15 años, Adèle no tiene dudas de que una chica debe salir con chicos. Su vida cambiará para siempre cuando conozca a Emma, una joven de pelo azul, que le descubrirá lo que es el deseo y el camino hacia la madurez. Así, Adèle crecerá, se buscará, se perderá y se reencontrará… y todo bajo la atenta mirada de quienes la rodean.


Metraje: 179 minutos.

Premios: Palma de Oro en la edición 2013 de Cannes, Premio Fipresci de la Crítica a la Mejor Película del 2013.  

domingo, 5 de enero de 2014

Literatura




"La literatura es siempre una expedición a la verdad.
A partir de cierto punto no
hay retorno.
Ese es el punto que hay que 
alcanzar".


- Franz Kafka.

Esperanza


"Detrás de todo este espectáculo de palabras, 
tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas, 
de que no haya muerto del todo en tu memoria."


- Julio Cortázar.

Escritura, bendita escritura

Que las letras han sido inventadas para que podamos conversar con los ausentes.
Que el texto escrito es una conversación volcada al papel para que el ausente pueda pronunciar las palabras a él destinadas.
Que el texto que escribo es mío pero cuando el ausente lo empieza a leer es suyo.
Que el marqués bebe a la musa como si fuera su alma.
Que la musa bebe de mí como si fuera una palabra.
Que para la plena comprensión del texto escrito no sólo se deben utilizar los ojos sino también el resto del cuerpo.
Que la musa se balancea con la cadencia de las frases.
Que el texto es incorpóreo e increado.
Que el marqués barre la ciudad con su ácido disolvente.
Que me vuelvo presente sólo cuando soy pronunciada.

Ríos metafísicos

Hace días, ordenando milagrosamente mi cuarto, me tope con esa maravillosa obra de arte que es "Rayuela". Un ejemplar que releo siempre que puedo. Y que llegó a mis manos por primera vez en mis comienzos como estudiante de Periodismo. En mis albores literarios por recomendación de una profesora, quien me despertaba cierto malestar por su manera rígida de enseñar. Ahora la odio menos. Sus formas de comunicar no cambiaron demasiado, hay cosas que mueren con uno. Pero sólo Cortázar pudo lograr nuestra impensada comunión. Que su recuerdo hoy no sea tan amargo, sino más bien agridulce. Acá les dejo un pequeño anzuelo para que ya mismo compren y se devoren este libro. Sólo una advertencia: sus consecuencias serán irreversibles.    


"(...) Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah... dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos(...)". 


(Rayuela, Julio Cortázar)