Con la irrupción del Nuevo
Periodismo al mundo de los medios masivos de comunicación, las historias
encontraron su mejor refugio para ser contadas. Aparece la literatura para
embellecer los relatos periodísticos y la rigurosidad del periodismo de
investigación para potenciar el contenido de las novelas literarias. Un claro
ejemplo de esta nueva forma de hacer periodismo es el texto El Ángel de(lata).
Así, en base a la
enriquecedora teoría de Albert Chillón, el mencionado escrito facticio
potencia el minucioso manejo de los recursos literarios. Gracias a la
información obtenida en la investigación periodística, procura trabajar el lenguaje en profundidad a
lo largo de toda la narración. Por ejemplo, a la hora de relatar los encuentros
del periodista con Lucas Carrizo -protagonista del hecho ficcionalizado- se
priorizan al máximo las descripciones y observaciones de cada momento.
En ese sentido, los datos y documentos suministrados
son expresados detalladamente y de modo figural, como rasgo bien característico
de la crónica. “Todo acto de dicción es también un acto de ficción”, sostiene
Chillón. Por eso, se utilizan técnicas ficticias para empapar de diferentes
grados y maneras la realidad narrada en la nota El Ángel de(lata): utilizar, por ejemplo, la metáfora de la figura
de gladiador de la
Antigua Roma para describir a Lucas.
De forma paralela, para imprimirle mayor realismo al
escrito se respeta el lenguaje espontáneo (urbano) de las declaraciones
de los entrevistados. Las narraciones conversacionales (diálogos) fueron
transcriptas con el explícito objetivo de plasmar su naturalidad y veracidad.
De hecho, se percibe que ninguna entrevista efectuada fue planificada ni estructurada.
A su vez, se apela a un relato coral para
reflejar la historia de vida de Lucas Carrizo: aparte de privilegiar su
voz, se exhiben otros testimonios cercanos para que hablen por él. Es decir,
las declaraciones de Mariela Espinosa (novia), Tomás D’espósito (director del Ángel de Lata) y Pablo Benítez (amigo y
colega) cobran gran relevancia al estar unidas por un lazo en común: la
existencia del protagonista (Lucas).
A propósito, es el mismo escritor Chillón, quién
destaca en “Textos facticios” como técnica esencial, la utilización de
múltiples voces para proporcionar un positivo contrapunto en la historia.
Aunque todos juntos constituyan un coro multitudinario y anónimo (simples voces
desprovistas de corporeidad), la intención del autor, en todo momento de la
escritura, fue cohesionar esos variados testimonios con intervenciones
argumentales, consideraciones autoriales e informaciones de contexto.
Precisamente para facilitar su posterior lectura.
En esa sintonía, el mismo se plantea alcanzar un
conocimiento verdadero (su verdad) sobre los hechos, recomponiendo el
rompecabezas documental obtenido en el trabajo de investigación, como si realizase una reconstrucción
misma de los acontecimientos relatados.
Y para completar aquellos espacios
vacíos del relato de Carrizo, que permitan reconstruir y entender tanto la
historia como el alcance de la revista con mayor coherencia y exactitud, se
buscaron otras miradas: como entrevistas a consumidores del Ángel de Lata, otros
jóvenes integrantes del equipo de trabajo, y periodistas e intelectuales que
colaboran ad honorem del mismo proyecto gráfico (como Adrián Abonizio y Sonia
Tessa de Rosario/12).
Al mismo tiempo, desde la fundamentación de Tomás Eloy Marínez en "Ficciones verdaderas", una de sus
principales obras, se aspira a
contar otra visión de los hechos, a dar una mirada diferente. No adversaria de
la realidad del mundo sino como deseo de otra realidad, aquella que se desplaza
hacia el territorio de la imaginación. Lograr una escritura literaria que sea
capaz de empalabrar los hechos y donde el narrador
salga con el cuerpo, con los pies en el barro de la problemática elegida, a
contar nuevas historias.
Por otro lado, fiel a uno de los aspectos fundamentales del Nuevo Periodismo, se desecha la
presencia de una estructura lineal en
el desarrollo narrativo del texto: del presente se traslada permanentemente
al pasado, y viceversa. El énfasis está puesto en trasportar a los lectores al espacio-tiempo
de los hechos. En dejar de lado las formas tradicionales de la crónica, el
reportaje y la narración para centrarse más en las descripciones, los diálogos
realistas y la libre manifestación de los pensamientos.
Tal es el caso que, en base a los conceptos desarrollados por Elinor Ochs, se concreta una escritura
atravesada expresamente por las emociones y pareceres del escritor.
Precisamente, bajo la figura de un narrador testigo, se relatan los
acontecimientos alternando la primera y tercera persona, entrelazando
permanentemente los sucesos con las posiciones ideológicas. Como muestra basta el comienzo del texto:”Cree que lo voy a prejuzgar. Por eso, se anticipa y me dice: 'Mirá
que yo no soy ningún negrito de mierda, ¿eh?'. Sus palabras me sorprenden. Pero
rápidamente sonrío y le contesto: 'Estoy convencida de que no sos nada de eso'. Esa simple aclaración parece cambiar de cuajo su actitud."
En tanto, se incluyen los documentos obtenidos, como
las fotos e ilustraciones de Lucas ”Chino” Carrizo, para imprimirle la debida rigurosidad
y seriedad a la investigación. Luego de una puntillosa exploración en las
ediciones gráficas de la revista Ángel de
lata y en archivos digitales, más los datos recabados en todas las
entrevistas, se refleja la historia de vida de Lucas Chino Carrizo totalmente
al desnudo, despojada de cualquier estigma o prejuicio. Resaltar su condición
humana, como por ejemplo, cuando se remarca la declaración de Lucas donde
expresa que “los pobres también tenemos derecho a escribir y, principalmente, a
soñar”.
Justamente, todos los encuentros del periodista con el
protagonista de la historia ficcionalizada (Lucas), las entrevistas a diversas
personas de su círculo más íntimo (Mariela Espinosa, Pablo Benítez, Tomás
D’Espósito), los trabajos de campo y la ardua revisión bibliográfica,
constituyen parte del recorrido investigativo realizado. Gracias a toda esa
información recabada, se
construye “la visión que tiene el narrador” sobre los hechos. Porque, como
proclama Ochs, cada relato es una selección más que un reflejo de la realidad.
Bibliografía consultada:
- CHILLÓN, Albert. Literatura Y Periodismo, Una tradición de relaciones promiscuas, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Valencia.
- CHILLÓN, Albert. Las escrituras facticias y su influjo en el periodismo moderno.
- CHILLÓN, Albert. Clasificación de Narrativas Facticias.
- MARTÍNEZ, Tomás Eloy. 2000. Ficciones verdaderas, Planeta, Buenos Aires. Prólogo.
- MARTÍNEZ, Tomás Eloy. El periodismo vuelve a contar historias. La Nación, suplemento.
- MARTÍNEZ, Tomás Eloy. La Nación, suplemento cultura, domingo 18 de noviembre de 2001.
- OCHS, Elinor. 2000. En El discurso como estructura y proceso, Gedisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario