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sábado, 18 de abril de 2009

Atravesar, esa es la cuestión

Morir no es la cuestión.
Sino hundirse despacio
en las arenas tibias de una ciénaga.
La cuestión es el barro
que se empeña en seguir
la habitual trayectoria del aire al respirar.
La cuestión es que algo,
una mano, un ojo,
siga agitándose en superficie mientras el corazón
desiste y el cuerpo se acomoda en el fondo.
Morir no es la cuestión.
Sino saber atravesar
la vida con la leve insistencia
de los insectos que andan sobre el cieno,
saber alimentarse de carroña,
abrevarse en las aguas pútridas
y ofrecer el espíritu que germina en lo sólido.
Nadie es inocente.
Todos lo somos, sin embargo.
Y no concluirá la travesía mientras quede uno,
tan sólo uno, vadeando la arena movediza
en busca de sí mismo.
Importa aprender a mirar de reojo las nubes
y ver cómo se forman las tormentas y cómo
aclara luego el día.
Importa ver el cielo tras las nubes,
ese vacío en el que todos los cambios se organizan,
ese vacío semejante a lo que somos bajo
los sentimientos que nos mueven.
En los cenagales se pudren los deseos
que no cumplieron su destino,
que es pasar como las nubes:
sin dejar rastro.
Atravesarlos sólo puede hacerlo
quien anda de vacío,
sin tiempo, sin historia.

1 comentario:

  1. Sin dudas, tu mejor producción hasta ahora.
    Me saco el sombrero ante estas palabras!

    Te felicito. Diego.

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