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sábado, 28 de diciembre de 2013

Cortázar o cómo transformar el mundo con palabras


"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. 
La eligen, te lo juro, los he visto. 
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. 
Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al revés. 
A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. 
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."


Desde los afectos

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo…
Que nadie establece normas, salvo la vida…
Que la vida sin ciertas normas pierde formas…
Que la forma no se pierde con abrirnos…
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente…
Que no está prohibido amar…
Que también se puede odiar…
Que la agresión porque sí, hiere mucho…
Que las heridas se cierran…
Que las puertas no deben cerrarse…
Que la mayor puerta es el afecto…
Que los afectos, nos definen…
Que definirse no es remar contra la corriente…
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja…
Que negar palabras, es abrir distancias…
Que encontrarse es muy hermoso…
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida…
Que la vida parte del sexo…
Que el por qué de los niños, tiene su por qué…
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad…
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana…
Que nunca está de más agradecer…
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo…
Que nadie quiere estar solo…
Que para no estar solo hay que dar…
Que para dar, debemos recibir antes…
Que para que nos den también hay que saber pedir…
Que saber pedir no es regalarse…
Que regalarse en definitiva no es quererse…
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos…
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo…
Que ayudar es poder alentar y apoyar…
Que adular no es apoyar…
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara…
Que las cosas cara a cara son honestas…
Que nadie es honesto porque no robe…
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo…
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte…
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente…
Que con los oídos se escucha…
Que cuesta ser sensible y no herirse…
Que herirse no es desangrarse…
Que para no ser heridos levantamos muros…
Que sería mejor construir puentes…
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve…
Que volver no implica retroceder…
Que retroceder también puede ser avanzar…
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol…
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?
Mario Benedetti

Eduardo Galeano sos eterno


Hay criminales que proclaman tan campantes "la maté porque era mía", así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar "la maté por miedo", porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.


Y sabrá...

Y sabrá que está 
presente en todos
mis pensamientos.
Que invento sueños 
despierta con ella 
en lugares inhóspitos. 

Y sabrá que cuando
miro sus ojos,
me siento viva, libre, 
que no me importa
más nada.

Y sabrá que no
paro de dibujar
su boca en mi
imaginación.
Que no paro
un segundo de
acariciar esos hermosos
labios en mis 
fantasías.

Y sabrá que su aroma
está impregnado 
en mi nariz
cual jazmín con su perfume.
Que su piel sabe a miel,
que es la textura más perfecta
que toqué en mi vida.

Cuándo será ese bendito día
que sea realmente valiente.
Cuándo me la jugaré 
por completo,
como en esa última ficha
de la ruleta rusa
donde uno puede perder 
o ganar todo.

Cuándo le diré,
que la luna es 
mi mejor confidente,
que conoce su nombre 
como una música interminable.
Y que más allá de lo que sepa,
sienta o quiera,
nunca amé a nadie así.


domingo, 22 de diciembre de 2013

Pienso


Pienso en lo pobres, en lo inútiles que podemos llegar a ser si seguimos a la masa. A los estereotipos, a la moda del momento. A la misma que en un instante desecha personas y agranda complejos. Que multiplica enfermedades y roba autenticidad.

Pienso que mejor sería tener una personalidad. Un sueño por el cual luchar. Una vida que le pertenezca a alguien y no a la mayoría. Que te pertenezca a vos. Nada más ni nada menos.

Pienso que todos deberíamos tener un amor correspondido. Todos. Al menos una vez. Ese amor en donde la locura tiene sentido, razón. Paradójicamente. En donde una sola caricia puede secar todo un mar de lágrimas. En donde la libertad más que tener, se siente. Porque no hay nadie que pueda tenerla sin sentirla: ser libre de nuestros fantasmas, de nuestras inseguridades, de nuestros miedos, de nuestras inconscientes ataduras. Y en donde un solo beso te recuerda a Woody Allen: “Sí, el amor es la respuesta a todo”. 

Por eso, pienso que deberíamos amar más. Cavilar menos y sentir más. Que deberíamos mirar menos a ese exterior viciado y enfermo. Que no hay nada más hedónico que cerrar los ojos frente a ese silencio que lo calma y cura todo. Que, como sea y a donde sea, se debe viajar más: conocer otras realidades. Otras historias, culturas, miradas. Siempre.

Pienso fervientemente que ningún prejuicio debe teñir nuestras retinas. Es tan lindo mirar a través de un arcoíris inundado de colores, donde las personas se definen por su esencia y no por sus pertenencias o aspecto físico.

Pienso que deberíamos hablar lo justo y necesario, ahorraríamos muchos sufrimientos ajenos. Si supiésemos el valor y el poder inmenso que posee cada palabra, la utilizaríamos más para curar que para herir.

Pienso, mientras me acuerdo sonriente de ese profesor que marcó mi vida académica para siempre, que se debe leer más. Mucho más y el libro que sea. El que te dé más placer, en el lugar más insólito y en los momentos más inesperados. Hay que conocer nuevos autores, nuevas ideas. Permanentemente.  Fijate , probá: cambiá al menos una hora de tu vida televisiva por otra de lectura y después decime los resultados.  
Es inconmensurable describir lo mejor que podemos llegar a ser después de leer una buena prosa. Un buen texto. No conocí a nadie que no se haya enriquecido y engrandecido luego de ello. Que no se haya hecho más bello, más interesante.

Pienso que deberíamos arriesgar más, apostar más a los días surrealistas. A aquellos que rompen de lleno con la monotonía de la rutina. Seríamos tan felices, ni conoceríamos el estrés. O quizás lo saludaríamos desde lejos. No se imaginan lo terapéutico que puede llegar a ser salir a caminar a veces sin rumbo ni horarios.

Pienso que una buena poción de delirio es necesaria si es bien canalizada. Que hay que alargar infinitamente nuestra lista de fantasías -de todo calibre- satisfechas. Que de vez en cuando una experiencia exótica nutre el alma, lo purifica. Pobres aquellos que hacen siempre lo mismo y reprimen sus pulsiones. Es tan dañino no escuchar a esas maravillosas pulsiones descriptas magistralmente por el maestro Sigmund Freud.

Pienso que todos tenemos la posibilidad de ser felices a menudo, sin embargo nos olvidamos de ello. O nos lo hacen olvidar esas falsas necesidades que la industria capitalista nos impone y hace seguir.

Pienso que depende de uno. De nuestra construcción interna. De encontrarse, de hallar ese escurridizo y bendito equilibrio vital. Aquel que descansa en la tranquilidad de la montaña, en el azul del mar, en el brillo de la Luna o en la pureza de los ojos de mi perra, que mientras escribo me observa atenta. Todo ese equilibrio se refleja en el amor puro de mi perra.

De seguro, la tarea no será nada fácil, más bien literalmente ardua. Pero ¿tiene el mismo sabor un logro sacrificado que otro regalado? Nunca. Si es el recorrido el que vale la pena. El trayecto compartido. La carretera es la llegada, lo más valioso. Qué importa la meta alcanzada si no hay camino previo, si no hay tropiezos, si no hay pies en el barro. Si no hay risas y llantos.

Es que sería muy triste que nuestros ojos se cerraran definitivamente sin haber conocido esa magia, esa verdadera savia de la vida. Esa necesaria sal. Y encima por distracciones irreversibles, voluntarias. Más bien, mortales.

miércoles, 18 de diciembre de 2013