"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles", dice el maestro Bertolt Brecht. Y la Madre María Teresa de Calcuta es un claro ejemplo de estos últimos seres.
Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas.
Defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos.
Defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardíacos de las endemias y las academias.
Defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres.
Defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa.
Defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría.
"(...)Todo depende de haber tenido, una vez en la vida, una primavera sagrada que colme el corazón de tanta luz que baste para transfigurar todos los días venideros(...)".
Muere lentamente
quien destruye su amor propio;
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color,
o no conversa con quien desconoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión
y su remolino de emociones;
aquellas que rescatan el brillo de los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente
quien no cambia la vida
cuando está insatisfecho con su trabajo
o su amor,
quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir tras de un sueño,
quien no se permite,
por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos…
Vive hoy.
Arriesga hoy.
Haz hoy.
No te dejes morir lentamente.
Ilustración de Lucas "Chino" Carrizo en la esquina de las calles Lima y La Paz, de su barrio de zona oeste.
Cree que lo voy a prejuzgar. Por eso, se
anticipa y me dice: “Mirá que yo no soy ningún negrito de mierda, ¿eh?”. Sus
palabras me sorprenden. Pero rápidamente sonrío y lo escucho con la mirada sostenida. Aquel simple gesto parece cambiar de
cuajo su actitud.
Ahora, distendido y predispuesto, se burla
hasta del equipo de sus amores: “Está escrito. Por ser hincha de mi queridísimo
Rosario Central, sé que voy a sufrir
siempre. Son una de cal y veinte de arena, como así es la vida. Pero, ¿sabés
una cosa? yo al Canalla no lo cambio por nada ni nadie”. La misma la camiseta auriazul que gozoso viste deja
entrever en la parte externa de su brazo izquierdo la frase tatuada “Vivir sólo cuesta vida”,en alusión
a la emblemática canción Ropa sucia de su banda preferida: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Lucas “Chino”
Carrizo tiene 19 años, y se desarrolla desde 2009 como escritor y dibujante de
la revista comunitaria de Rosario Ángel de lata. La luz del sol, que justo
descansa en su rostro, le ilumina aún más sus achinados ojos verdes. Sin
embargo, nada parece molestarlo en este preciso momento. Me mira fijo, casi sin
pestañar, y me ofrece un refrescante vaso de agua –que según
comenta- “no se le niega a nadie”. Y ahí soy yo la que se relaja por completo.
“Lo que queremos nosotros es que nos lean y se enteren
realmente de lo que pasa en nuestros barrios”, expresa luego de un largo
silencio y con la mirada tendida hacia el cielo. Por momentos, Lucas se muestra
pensante y reflexivo. Como si procurase encontrar las palabras justas para
decir. Como si cuidase atentamente cada mensaje emitido. Así son las declaraciones del joven escritor y dibujante: escuetas pero claras, precisas.
. . .
Conocí a
Lucas el mediodía del martes 10 de julio de 2012. La ciudad estaba intratable:
la humedad era la gran protagonista de la jornada. Pasadas las dos de la tarde,
su peso caía duro y directo como golpe de ladrillo en la cabeza. Afuera, la
vorágine de un clásico día laboral en el centro rosarino. Adentro, en el
concurrido patio de la facultad de Humanidades y Artes, Carrizo con la última edición de la revista en la mano, me
esperaba inquieto y un poco agitado.
El clima
estaba tan insoportable que hasta los pájaros sentían la pesadez de la
temperatura: se resignaban a emprender vuelo por el simple hecho de robarnos un
minuto más de sombra, aquella que nos regalaba el inmenso árbol borracho a
nuestras espaldas y el leve pero aliviador viento que circulaba en donde estábamos
sentados. Ni el testimonio de voz grave de Lucas parecía
atormentarlas, las aves con envidiable tranquilidad y plenitud nos acompañaban,
como poético paisaje en su disfrute de la guarida.
Portada de uno de los ejemplares de la revista.
La
conversación se extendió durante dos horas y media. Entre risas, distensiones y
algunas que otras cavilaciones, el tiempo pasó como un rayo. Sirvió para
conocernos, desechar prejuicios y entrar en confianza. Lucas es de esas
personas a las que les cuesta soltarse, pero que una vez que comienzan a hablar no los para nadie.
Observó su reloj y enseguida advirtió su demora. “Perdoname, pero si no me voy ahora,
no me compra más nadie la revista. Nos vemos el próximo martes apenas salgo del
Taller de Escritura y Dibujo que, momentáneamente, el Ángel de lata está realizando acá, ¿sí? Te espero en este mismo
lugar de la facultad”, manifestó mientras me dejaba su último ejemplar como
material de estudio.
. . .
Una
semana después llega nuestra segunda cita, tal como habíamos quedado. Ese día,
sí saco el grabador para registrar sus declaraciones. Pero al comenzar la
charla, Lucas está incómodo, nervioso. Se rasca la cabeza a cada instante. Tiene las manos
transpiradas y sus mejillas ruborizadas cual payaso de circo. Sentado frente a
mí, reposa inmóvil y en silencio. Espero décimas de segundos para interpelarlo,
pero ahora en la competencia de posesión de palabra, su voz se erige como reina
y triunfadora.
No hay
preguntas de por medio, ansioso se descarga del mismo modo que un adolescente
escupe un chicle inmediatamente cuando está a punto de tragárselo: “Podríamos
hacer la nota sin eso- señala el grabador-. Sinceramente, desde que lo
prendiste no puedo dejar de mirarlo. Me desconcentra un poco, no puedo cerrar ninguna
idea. Me molesta su luz roja prendida, es como sentirme controlado por alguien,
algún milico o buchón”.
Lo
entiendo inmediatamente y accedo a su pedido. Porque como bien canta uno de sus
grandes referentes, León Gieco: “Todo está guardado en la memoria”. Y
su historia no es la excepción. Aparte, en esa circunstancia, mi única
intención era desinhibirlo y romper el hielo.
Acto
seguido, se disculpa: “Gracias, espero puedas entenderme, no tengo ningún
problema con vos. Que sé yo, son mambos míos que los iré superado con el
tiempo. Pasa que, cuando dormía en la calle, viví muchos años escapándome de
esa maldita luz azul de la policía, y de todos esos vigilantes que te
discriminan sólo por portación de cara”.
Ilustraciones de los chicos de la revista "Ángel de lata" en homenaje a la simbólica frase de Pocho Lepratti, militante social asesinado por la policía en 2001.
En el preciso
instante en que levanto la mano para apagarlo, respira aliviado, como si hubiese perdido
tres kilos. Luego agrega, ya sin la mirada atenta del grabador que yacía ahora
apagado en mi cartera: “Dicen que hay marcas que duran para toda la vida, yo de
tantas que tengo ya no me alcanza el cuerpo”. Y me muestra sus manos curtidas
como ejemplo de ello. . . .
Lucas mendigó en la calle durante varios años, después de quedar
huérfano con el fallecimiento de sus padres. Pero los tiempos de limosna son sólo recuerdos, resabios del pasado. Ahora, Carrizo vive
en la casa de Pablo Benítez, su hermano de la vida, como lo llama él. Se
conocieron dentro de la revista y desde aquella oportunidad, no se separaron nunca
más. Toda la familia Benítez adoptó al Chino como un integrante más de su clan.
La figura
de Lucas se erige cual gladiador de la Antigua Roma. No
solamente por su robusta estructura física de 1.84 metros de altura y
su fibroso peso de 86 kg.
. Desde el fatídico 1998, año en el cual perdió a sus dos padres, batalla con
loable dignidad contra las demoledoras adversidades, que hasta ahora le presentó su
temprana edad.
Primero
fue la pérdida de su mamá a los 37 años, debido a un cáncer de mama fulminante.
O como está convencido el Chino, a causa de un cáncer de tristeza: “Mi vieja
era una persona maravillosa que nunca pudo ser feliz por hacerse cargo durante
toda su vida del puto alcoholismo de mi papá”. Esa silenciosa y progresiva
enfermedad, que se llevó a su progenitor Edgardo Carrizo, a fines de diciembre
de 1998, y con tan sólo 40 años.
Sin
embargo, Lucas cuenta en su ADN con dos invencibles espadas para seguir dando
pelea en el ring de la vida: su entereza y feroz perseverancia. Como lo
demuestra todos los días cuando sale a vender la revista por los innumerables
recovecos de la ciudad, o se sienta debajo de un árbol a cazar las jugosas
historias que –según destaca– circulan por el Parque de España, y merecen ser
contadas.
Obra de arte de Tomi, incluida en una de las ediciones del Ángel de lata.
“El río
tiene algo especial, genera en mí una inspiración mágica. Es sencillo: yo me
siento a observarlo y al instante tengo que sacar mi indispensable libreta para
comenzar a escribir. Así nacen mis mejores crónicas de la sección ‘Historias
urbanas’ del Ángel de lata. Con el maravilloso
río Paraná como musa inspiradora”, reflexiona mientras los estudiantes se
acercan a saludarlo.
Lucas es
un visitante de lujo en la universidad de Humanidades. No existe persona que si
lo conoce, no lo aprecie. Como se dice coloquialmente es “el clásico chico
carismático y popular”. Y por más humilde que se muestre, el Chino sabe muy
bien cuáles son sus encantos.
“Conozco
esta facultad como la palma de mi mano, es mi recorrido diario. Acá encontré a
muchos de mis mejores amigos”, comenta contento y orgulloso del camino
recorrido. El mismo establecimiento ofició de Cupido: bajo su techo vio, por primera vez, a quien es hoy -según
dijo- “la dueña de su corazón”.
Su
nombre: Mariela Espinosa. Tiene 20 años y es su fiel compañera de ruta desde
2010. Una ávida estudiante del segundo año de Letras, que frente a la pregunta
sobre qué fue lo primero que la atrajo de Carrizo destacó su "veta histriónica" y su evidente “ángel”.
“Marie es
mi editora preferida, siempre antes de publicar cada escrito o dibujo necesito
escuchar su voz autorizada. Mi novia es una mujer con todas las letras. Gracias
a ella pude terminar el secundario en un EMPA. Y aunque yo sea un poco duro y
lento para aprender, siempre se hace un tiempo para enseñarme a redactar sin
errores de ortografía”, expresa con inconmensurable satisfacción sobre la persona
que eligió como madre de sus hijos.
“Deberíamos preguntarnos
continuamente
qué hacen todos esos pibes en la calle,
y la respuesta no debería ser obvia,
debería ser cuanto menos, inquietante,
cuanto menos, diaria
cuanto menos, movilizadora.”
- El Tomi -
Revista, Ángel de lata.
Cuando
el Ángel comienza a volar
Corre el mes de julio de 2000. Es el momento propicio
para lanzar a la calle el primer número de la revista Ángel de lata, gracias al proyecto solidario impulsado por el virtuoso
dibujante y escritor rosarino, Tomás D'Espósito Müller-que
pide que lo llamen "Tomi"-.
Su salida al mundo gráfico se hace bajo
la invocación de Rodolfo Walsh, Pocho Lepratti, Ernesto Che Guevara, Roberto Fontanarrosa y Carlos Mugica,
entre otras loables personas. “Porque los pibes los tenemos como referentes
cuando escribimos y pensamos”, subrayó el Chino sobre las influencias de la
revista, realizada mayoritariamente por un grupo de chicos de distintas villas
de Rosario. Por ahora, la venta está a cargo de ellos mismos, mano en mano y “a un precio solidario”.
. . .
Miércoles 25 de Julio. Tomi está cansado. Cuenta que hace
desde las 6 de la mañana que está despierto y que encima, todavía tiene la
mitad de las cosas por realizar. De palabra, la nota estaba pactada a las 16
hs. por una hora de extensión, en el reconocido bar de calles Sarmiento y Santa Fe. Y
cumplió con lo acordado: sólo pasaron algunos minutos de las cuatro de la
tarde.
Parado, espera a que me siente. Llama al mozo y, ahora
sí, toma asiento.
- ¿Cómo estás vos?, me pregunta por mera cortesía.
- Bien, contesto. Y, por su acentuado apuro, voy
directo al grano de la entrevista: ¿Cómo nació el proyecto “Ángel de lata”?
- Hace varios años que conocía la experiencia de la "La Luciérnaga",
una publicación que trabaja con problemáticas de la niñez y adolescencia en los
barrios marginales de Córdoba, dándoles la posibilidad a los chicos de
comprometerse por un proyecto de vida. Y me pareció más que interesante empezar
a construir un emprendimiento similar en la ciudad. Por eso, junto con un grupo
de personas, que ya veníamos desarrollando otras actividades de tinte social y
solidario, comenzamos a soñar con el “Ángel
de lata” que luego de muchísimo esfuerzo
pudo concretarse.
-¿Y cuáles eran tus objetivos específicos a la hora de lanzar la revista?, lo interpelo anticipándole que es la última pregunta. Piensa un
rato, respira profundo y luego con notable serenidad, contesta:
- A grandes rasgos, para crear un emprendimiento
editorial que mejore la calidad de vida de aquellos chicos carenciados de
Rosario, que por diversas causas, quedan excluidos del sistema civil. Más allá
del valioso aprendizaje educativo que en esencia guarda el “Ángel de lata”, la
idea central de su nacimiento fue para devolverles a todos los jóvenes
marginados, sus fundamentales derechos que durante décadas les fueron robados. Si
ellos a partir de su pertenencia a este proyecto social logran modificar su
circunstancia, para mí la revista ya es todo un éxito.
“Espero haber agotado tus
inquietudes”, acota Tomás mientras pide la cuenta y se levanta. Ya en la puerta
del bar, se disculpa por su marcada urgencia y, como compensación, me induce a volver
a consultarlo por cualquier posterior duda. Se lo agradezco y de inmediato,
cada uno continúa con su rutina. . . .
Canillita e integrante del "Ángel de lata" en su distribución diaria.
“El
temor se basa en la incomunicación”, reza una de las frases escritas en la
contratapa de la de la revista como leitmotiv de su existencia. Los fondos se
obtienen mediante la colaboración de los compradores, donaciones, festivales y
actividades benéficas como torneos de fútbol. En las páginas del Ángel de lata no hay publicidad paga.
Sólo se pueden publicar avisos de algunos negocios de amigos o vecinos y solicitadas
sociales.
Precisamente, uno de esos afortunados amigos
de la revista es el destacado artista y escritor de Rosario/12, Adrián Abonizio. Su pluma embellece cada página como colaborador en Redacción, quién en su promisorio
nacimiento no quiso dejar de bendecirlos: “Les deseo, queridos, grandes éxitos.
Que sean ustedes capaces de escuchar. Y ser escuchados. Que digan y escriban
palabras querientes. Y sean queridos. No se tomen en serio nada que no los haga
reír”.
Y los chicos supieron tomar debida nota
de su recomendación. Convirtieron en hechos sus deseos: la ironía y el humor son
marca registrada en las ilustraciones de la revista. La mayoría de ellas bajo
la creación artística de Tomás y Lucas, que desde el 2009 forma parte del equipo de
trabajo del Ángel de lata. Allí,
forjó una de sus grandes amistades: Pablo Benítez, y encontró su mejor salida a la exclusión social.
”Todos estamos muy orgullosos del
progreso del Chinito, como lo apodamos acá. Cuando llegó a la revista vino un
poco obligado por mí. Sólo tenía referencias suyas en el barrio por su talento
para dibujar. Por entonces, Lucas estaba totalmente desencantado con la vida.
Pero con el correr del tiempo, es increíble cómo se fue comprometiendo con su
trabajo, convirtiéndose en un verdadero profesional”, se entusiasmó Pablo, hoy su
colega e íntimo amigo.
Y también Lucas, a su modo, dejó
entrever el mismo mensaje de Benítez con sus palabras: “Acá los chicos son
todos muy buena onda, me tratan muy bien. Y está re bueno esto de sentirse
querido, de poder hablar con alguien que te escuche y aconseje cuando uno lo
necesita. Por eso, después de conocer a esta gente de primera y poder vivir de
lo que más amo en la vida, yo ya no quiero salir a mendigar nunca más”.
. . .
La anarquía de la muerte.
Mi tercer y último encuentro con el
Chino fue la tarde del domingo 29 de julio. El lugar elegido: las escalinatas
del Parque de España, su refugio predilecto. Todavía quedaban algunos destellos
del radiante sol del mediodía. La temperatura a las 16.35 era ideal: 17°.
Fue la charla más relajada y productiva de todas las que habíamos tenido. De
hecho, ya ni la presencia de mi grabador periodístico a su lado le molestaba. El contexto del río como telón de fondo ayudaba a promover los sentimientos
más escondidos.
Mate de por medio, primero, bromea sobre
su congénito don: “Mi pasión siempre fue dibujar. Creo que cuando apenas nací
en vez de una mamadera, me dieron un lápiz”. Y a continuación, me hace una
propuesta, ratificando una vez más su evidente desparpajo y carisma: “Si no tenés
que irte ya con tu novio, vas a ser una afortunada en llevarte, hoy mismo, una
ilustración de tu cara del mismísimo Chino Carrizo. No lo desaproveches, sé lo
que te digo”. Dicho y hecho.
Y cuando la tarde comienza a caer, llega el momento más
introspectivo del día. Como si tuviese un fuego ardiendo por dentro, Lucas descarga
su artillería más pesada, que ya no cabía en su garganta: “Porque los ‘negritos
de mierda’-palabras recurrentes en su discurso- , como todos suelen llamarnos
si uno es morocho y se viste con ropa deportiva, también tenemos derecho a
escribir y, principalmente, a soñar”.
Atenta, observo su brillosa mirada. Y mientras
escucho su voz y asiento son la cabeza, lo percibo realizado. En paz. Porque
para tantos chicos como Lucas Carrizo, los talleres de escritura del Ángel de lata, así como el proceso de
distribución de la revista, es un momento de libertad. Una valiosa posibilidad
de darle voz a aquellos que piden a gritos contar su historia y verdad.
Ya el sol cayó por completo en el centro de Rosario.
Atrás queda la fantástica tarde de domingo. Ahora el clima nos regala una tenue
brisa. A las ocho de la noche, se respira tranquilidad y plenitud. La misma que
goza Lucas cada mañana, cuando sale orgulloso a vender sus obras de arte.
Levanta la mano, y me grita: “¡chau Naiara, que esto
no se corte, che!”. “Por supuesto que no Chinito”, le respondo y camino hacia
la parada del colectivo, con la convicción de haber aprendido muchísimo ese día. Pero, esencialmente, con la certeza de haber conocido a un ser humano excepcional.
Con la irrupción del Nuevo
Periodismo al mundo de los medios masivos de comunicación, las historias
encontraron su mejor refugio para ser contadas. Aparece la literatura para
embellecer los relatos periodísticos y la rigurosidad del periodismo de
investigación para potenciar el contenido de las novelas literarias. Un claro
ejemplo de esta nueva forma de hacer periodismo es el texto El Ángel de(lata).
Así, en base a la
enriquecedora teoría de Albert Chillón, el mencionado escrito facticio
potencia el minucioso manejo de los recursos literarios. Gracias a la
información obtenida en la investigación periodística, procura trabajar el lenguaje en profundidad a
lo largo de toda la narración. Por ejemplo, a la hora de relatar los encuentros
del periodista con Lucas Carrizo -protagonista del hecho ficcionalizado- se
priorizan al máximo las descripciones y observaciones de cada momento.
En ese sentido, los datos y documentos suministrados
son expresados detalladamente y de modo figural, como rasgo bien característico
de la crónica. “Todo acto de dicción es también un acto de ficción”, sostiene
Chillón. Por eso, se utilizan técnicas ficticias para empapar de diferentes
grados y maneras la realidad narrada en la nota El Ángel de(lata): utilizar, por ejemplo, la metáfora de la figura
de gladiador de la
Antigua Roma para describir a Lucas.
De forma paralela, para imprimirle mayor realismo al
escrito se respeta el lenguaje espontáneo (urbano) de las declaraciones
de los entrevistados. Las narraciones conversacionales (diálogos) fueron
transcriptas con el explícito objetivo de plasmar su naturalidad y veracidad.
De hecho, se percibe que ninguna entrevista efectuada fue planificada ni estructurada.
A su vez, se apela a un relato coral para
reflejar la historia de vida de Lucas Carrizo: aparte de privilegiar su
voz, se exhiben otros testimonios cercanos para que hablen por él. Es decir,
las declaraciones de Mariela Espinosa (novia), Tomás D’espósito (director del Ángel de Lata) y Pablo Benítez (amigo y
colega) cobran gran relevancia al estar unidas por un lazo en común: la
existencia del protagonista (Lucas).
A propósito, es el mismo escritor Chillón, quién
destaca en “Textos facticios” como técnica esencial, la utilización de
múltiples voces para proporcionar un positivo contrapunto en la historia.
Aunque todos juntos constituyan un coro multitudinario y anónimo (simples voces
desprovistas de corporeidad), la intención del autor, en todo momento de la
escritura, fue cohesionar esos variados testimonios con intervenciones
argumentales, consideraciones autoriales e informaciones de contexto.
Precisamente para facilitar su posterior lectura.
En esa sintonía, el mismo se plantea alcanzar un
conocimiento verdadero (su verdad) sobre los hechos, recomponiendo el
rompecabezas documental obtenido en el trabajo de investigación, como si realizase una reconstrucción
misma de los acontecimientos relatados.
Y para completar aquellos espacios
vacíos del relato de Carrizo, que permitan reconstruir y entender tanto la
historia como el alcance de la revista con mayor coherencia y exactitud, se
buscaron otras miradas: como entrevistas a consumidores del Ángel de Lata, otros
jóvenes integrantes del equipo de trabajo, y periodistas e intelectuales que
colaboran ad honorem del mismo proyecto gráfico (como Adrián Abonizio y Sonia
Tessa de Rosario/12).
Al mismo tiempo, desde la fundamentación de Tomás Eloy Marínez en "Ficciones verdaderas", una de sus
principales obras, se aspira a
contar otra visión de los hechos, a dar una mirada diferente. No adversaria de
la realidad del mundo sino como deseo de otra realidad, aquella que se desplaza
hacia el territorio de la imaginación. Lograr una escritura literaria que sea
capaz de empalabrar los hechos y donde el narrador
salga con el cuerpo, con los pies en el barro de la problemática elegida, a
contar nuevas historias.
Por otro lado, fiel a uno de los aspectos fundamentales del Nuevo Periodismo, se desecha la
presencia de una estructura lineal en
el desarrollo narrativo del texto: del presente se traslada permanentemente
al pasado, y viceversa. El énfasis está puesto en trasportar a los lectores al espacio-tiempo
de los hechos. En dejar de lado las formas tradicionales de la crónica, el
reportaje y la narración para centrarse más en las descripciones, los diálogos
realistas y la libre manifestación de los pensamientos.
Tal es el caso que, en base a los conceptos desarrollados por Elinor Ochs, se concreta una escritura
atravesada expresamente por las emociones y pareceres del escritor.
Precisamente, bajo la figura de un narrador testigo, se relatan los
acontecimientos alternando la primera y tercera persona, entrelazando
permanentemente los sucesos con las posiciones ideológicas. Como muestra basta el comienzo del texto:”Cree que lo voy a prejuzgar. Por eso, se anticipa y me dice: 'Mirá
que yo no soy ningún negrito de mierda, ¿eh?'. Sus palabras me sorprenden. Pero
rápidamente sonrío y le contesto: 'Estoy convencida de que no sos nada de eso'. Esa simple aclaración parece cambiar de cuajo su actitud."
En tanto, se incluyen los documentos obtenidos, como
las fotos e ilustraciones de Lucas ”Chino” Carrizo, para imprimirle la debida rigurosidad
y seriedad a la investigación. Luego de una puntillosa exploración en las
ediciones gráficas de la revista Ángel de
lata y en archivos digitales, más los datos recabados en todas las
entrevistas, se refleja la historia de vida de Lucas Chino Carrizo totalmente
al desnudo, despojada de cualquier estigma o prejuicio. Resaltar su condición
humana, como por ejemplo, cuando se remarca la declaración de Lucas donde
expresa que “los pobres también tenemos derecho a escribir y, principalmente, a
soñar”.
Justamente, todos los encuentros del periodista con el
protagonista de la historia ficcionalizada (Lucas), las entrevistas a diversas
personas de su círculo más íntimo (Mariela Espinosa, Pablo Benítez, Tomás
D’Espósito), los trabajos de campo y la ardua revisión bibliográfica,
constituyen parte del recorrido investigativo realizado. Gracias a toda esa
información recabada, se
construye “la visión que tiene el narrador” sobre los hechos. Porque, como
proclama Ochs, cada relato es una selección más que un reflejo de la realidad.
Bibliografía consultada:
- CHILLÓN, Albert. Literatura Y Periodismo, Una tradición de relaciones promiscuas, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Valencia.
- CHILLÓN, Albert. Las escrituras facticias y su influjo en el periodismo moderno.
- CHILLÓN, Albert. Clasificación de Narrativas Facticias.
24/6 - Estado del arte En primera instancia,
para recabar la mayor cantidad posible de información sobre la temática
elegida, exploré puntillosamente las diferentes ediciones del Ángel de Lata. Y a su vez, repasé su material
bibliográfico (historia, fotos, testimonios, etc.). Leí todas aquellas notas
periodísticas, que en la web reflejaban el trabajo social y periodístico de los
chicos a la hora de escribir en la revista. Quería estar suficientemente empapada sobre el tema, a la hora de presentarle a la profesora María Elena Sánchez el Proyecto para el Trabajo Final de Redacción 2. Una vez aprobado el mismo, diagramé una lista con los posibles entrevistados. 7/7 - Contacto Me contacto con Lucas “Chino” Carrizo, escritor y dibujante de
la revista Ángel de lata. Ya tenía un
mínimo conocimiento previo sobre su persona por frecuentarlo en la misma
facultad de Humanidades y Artes, donde curso el segundo año de Filosofía. Todas las mañanas, Lucas visita la universidad para vender la revista y, a su vez, los
martes al mediodía cursa un Taller de Escritura y Dibujo, a cargo del Ángel de lata. Por eso, en uno
de esos cruces pacto con él nuestro primer encuentro: el martes 10 de julio,
cuando sale de sus clases. Contento, acepta la entrevista.
Mientras tanto, pienso
en el primer acercamiento hacia su persona. Mi idea es hacer una entrevista no
estructurada, más bien, en profundidad, para aprovechar al máximo la
espontaneidad y naturalidad de Lucas. De hecho, decido ese día no llevar el
grabador para evitar cualquier posible inhibición y por ende, lograr más rápido
su confianza.
10/7 - Primer encuentro
Llega el día. Es nuestra primera cita en el patio de la facultad. Nos presentamos
formalmente y le cuento el objetivo de la entrevista, más mis expectativas. Él,
con la última edición de la revista en mano, me muestra algunos de sus
trabajos, entretanto hace un breve relato sobre su historia. Al final, quedamos
en vernos el próximo martes, en el mismo horario y lugar.
17/7 - Segundo encuentro
Nos volvemos a ver en la universidad, que no cerró sus puertas en vacaciones de invierno por las mesas de exámenes. El segundo encuentro es
más extenso y reflexivo. Lucas está más suelto y eso, facilita un contacto
más íntimo a su experiencia de vida. El protagonista de mi narración se percibe predispuesto al reportaje. Sólo lo incomoda, en un principio, el grabador
que luego fue respectivamente apagado y guardado.
Además, al terminar la
charla, me invita a acompañarlo un rato, en su recorrido habitual de venta por
la peatonal. Accedo, introduciéndome aún más en la distribución directa que
realizan los chicos para vender personalmente la revista Ángel de lata.
Es admirable la
dedicación y entrega que tiene Lucas a la hora de ofrecerla. Aunque la primera
respuesta mayoritaria de los lectores sea el rechazo, él se esmera por
atraerlos. Y lo consigue: de diez personas que en un comienzo se resistieron,
luego de su insistencia la mitad de ellas se va observando un ejemplar en la
mano.
El trabajo de campo con
Lucas en la distribución de la revista es por demás positivo. Aparte de
enriquecer mi análisis, también me deja con muchísimos interrogantes. Mientras
caminamos por el centro rosarino, el “Chino” me nombra a Tomás D’Espósito (director
y encargado de la editorial de la revista Ángel
de lata) como uno de sus grandes referentes y segundo papá. Me cuenta el enorme
afecto que siente para con él y todo lo que sigue aprendiendo a su lado.
Por eso, inmediatamente
le pido su contacto para realizarle una entrevista. Me pasa su número de
teléfono y ansioso, se ofrece a anticiparle a Tomi sobre mi futuro llamado. Se
lo agradezco y continuamos hablando sobre la palpable indiferencia social que
recibe al invitar a la gente a comprar la revista.
18/7
Al otro día en la
facultad, acordamos vernos nuevamente en su próxima clase del Taller de
Escritura y Dibujo. Mi objetivo era presenciar el desempeño de esa enseñanza, y
sus reacciones. Llega el momento, y logro interiorizarme aún más sobre el
funcionamiento de la revista, como a su vez, confirmo el gran talento que tiene
Lucas a la hora de dibujar.
Paralelamente, en esa misma semana,
entrevisto a varios compradores del Ángel de Lata para conocer con mayor
exactitud su recepción. Como también, reporteé a otros jóvenes integrantes del
equipo de trabajo de la revista y periodistas e intelectuales que colaboran ad
honorem (como Adrián Abonizio y Sonia Tessa de Rosario/12) en ella, con
el fin de tener otras visiones sobre su funcionamiento.
Ya con la valiosa
información obtenida hasta el momento, comienzo a escribir el bosquejo de mi
texto facticio. Los diferentes testimonios alcanzados amplían mi visión sobre
la personalidad de Lucas, me ayudan a interiorizarme aún más sobre su trabajo en
la revista y el funcionamiento general del solidario proyecto editorial Ángel de lata.
23/7
Recién la mañana del lunes 23 de julio, veo otra vez a Carrizo en la facultad pero con su compañero
de trabajo y amigo, Pablo Benítez. Por eso, aprovecho esa circunstancia para
hacerle algunas preguntas a Pablo sobre Lucas. Observo su relación de amistad y
me llama poderosamente la atención, el trato afectivo y recíproco de ambos. En
todo momento, se aconseja el uno al otro con recomendaciones sobre lo
que hará cada uno cuando salga ese mismo lunes a la noche.
Posteriormente, en los
pasillos de la facultad, me contacto con Mariela Espinosa, la novia de Lucas,
para lograr un relato coral sobre la historia contada. Accede fácilmente y en
sus palabras, el Chino aparece como un ser humano ejemplar y muy querido. Está
claro porque es su compañera de vida: en todo momento recalca la admirable
condición humana de Lucas y los sueños que ya planificaron juntos, como casarse
y tener muchos hijos. Ese mismo día al saludarla en
la salida de la facultad, me encuentro nuevamente con Lucas y, otra vez, me
sumo durante algunas horas, en su cotidiano trabajo por la peatonal rosarina.
25/7
Al llegar a casa, llamo
a Tomás y acuerdo entrevistarlo el miércoles de esa misma semana en un reconocido bar céntrico
de la ciudad. En la reunión, el creador de la revista Ángel de lata llega un tanto atareado, pero sus declaraciones
bastan para agotar todas mis dudas. Ya en la puerta de aquel lugar, se disculpa
por su apuro y me incita a consultarlo nuevamente por cualquier próxima
inquietud.
29/7 - Tercer encuentro
Por mi parte, en todo
momento seguí escribiendo el bosquejo de mi Trabajo Final, con
cada nueva entrevista realizada. Aunque mi tercer encuentro con Lucas se da el
domingo 29 de julio, en el Parque de España. Es la cita más productiva de todas,
donde logro obtener sus declaraciones más jugosas, de hecho acepta la presencia
de mi grabador.
Ya consumado el último
encuentro con Lucas, llego a casa y termino de escribir el texto facticio de mi
investigación periodística. Agrego sus flamantes declaraciones y datos
suministrados. 20/8 Por último, en la revisión y edición final, realizo aquellas
correcciones ortográficas y narrativas aún pendientes. Y luego, me encargo de
las correspondientes publicaciones digitales. Fuentes: * Entrevistas: - Protagonista de la historia: Lucas "Chino" Carrizo: escuchar un fragmento del audio. -Tomás D'Espósito, artista plástico local e ideólogo de la revista Ángel de lata. - Mariela Espinosa, novia de Lucas Carrizo. - Pablo Benítez, amigo íntimo y colega de Carrizo en la revista. *Ediciones gráficas del Ángel del lata: la mayoría de las fotos utilizadas fueron extraídas del contenido de la revista. *Material bibliográfico de la revista. *Páginas web relacionadas a la temática elegida: http://elangeldelata.blogspot.com.ar/ http://www.slideshare.net/Jnannini/angel-de-lata-presentation