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jueves, 21 de abril de 2011

Galileo Galilei por Bertolt Brecht


"(...) La miseria de la gente es vieja como las montañas, y desde el púlpito y la cátedra se predica que es también tan indestructible como las montañas. Por eso nuestro nuevo arte de la duda cautivó a las multitudes. Nos arrancaron el telescopio de las manos y con él enfocaron a sus opresores. Y de pronto, aquellos hombres egoístas y brutales que se aprovechaban ávidamente de los frutos del trabajo científico, sintieron que la fría mirada de la ciencia detectaba y denunciaba una miseria milenaria pero artificial, que podía fácilmente ser eliminada si se los eliminaba a ellos mismos. Nos cubrieron entonces de amenazas y sobornos, que resultaron irresistibles para las almas débiles. ¿Pero acaso podemos negarnos al pueblo y al mismo tiempo seguir siendo hombres de ciencia? Los movimientos de los cuerpos celestes son ahora más fáciles de calcular, pero los pueblos todavía no pueden calcular los movimientos de sus señores. La lucha por medir el cielo ha sido ganada, pero las madres del mundo siguen siendo derrotadas día a día en la lucha por conseguir el pan de sus hijos. Y la ciencia debe ocuparse de esas dos luchas por igual. Una Humanidad que se debate en las tinieblas de la superstición y la mentira, y es demasiado ignorante para desarrollar sus propias fuerzas, no será capaz tampoco de dominar las fuerzas de la naturaleza que ustedes los científicos descubren y revelan. ¿Con qué objetivo trabajan ustedes? Será que el único fin de la ciencia consiste en aliviar la miseria de la existencia humana. Si los científicos se dejan atemorizar por los tiranos y se limitan a acumular el conocimiento por el conocimiento mismo, la ciencia se convertirá en un inválido y las nuevas máquinas sólo servirán para producir nuevas calamidades. Tal vez, con el tiempo, ustedes lleguen a descubrir todo lo que hay para descubrir, pero ese progreso sólo los alejará más y más de la Humanidad. Y el abismo entre ella y ustedes, los científicos, puede llegar a ser tan profundo que cuando griten de felicidad ante algún nuevo descubrimiento, el eco les devolverá un alarido de espanto universal(...)"

Apoyar a las minorías

No se trata de una cuestión de fe sino de una mirada sobre el mundo y la manera de entender la sociedad. El cambio aparece como signo evolutivo, como lucha férrea contra los viejos poderes, intereses, y familias patricias y aristocráticas. Es menester abolir aquellos pensamientos retrógrados que bajan líneas con la ayuda de la Iglesia para conservar cierta posición de privilegio. Los complejos procesos sociales demuestran que la riqueza humana radica en la diversidad y al margen de cualquier prejuicio.

Un espectro considerado de la sociedad necesitaba ser escuchado luego de un prolongado tiempo de sordera medieval. De alguna u otra forma, los acontecimientos ratificaron una consigna cristalina que proliferó en los carteles de las marchas gays: “Una lucha, todas las luchas”.

Así, el oportuno debate generado por la flamante aprobación de la unión civil entre personas de igual sexo, nos invita a reflexionar sobre la igualdad de derechos y posibilidades para todos los ciudadanos. Determinar, en suma, que aquellos sujetos que son discriminados por razones de género, sexualidad, raza y/o clase puedan comenzar, sin más dilaciones, a disfrutar de una vida plenamente digna.

martes, 12 de abril de 2011

La vida como un río

Fluye, la vida fluye como el agua de un río que desciende segura de su origen. Fluyen, los sentimientos fluyen como la risa incontenible, esa que contagia y permanece en la sangre, y que eleva las almas hasta la esencia de la alegría. Fluye, el tiempo fluye y todo cambia. Río, tiempo, cambio. Fluye, el tiempo, corre, corre, corre. Y cada día se cumple la profecía: morir para renacer.